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12 ene 2017

El sosiego de aquellos años


La siesta (1868)de Lawrence Alma-Tadema

   «Cuando considero esos años, creo encontrar en ellos la Edad de Oro. Todo era fácil; los esfuerzos de antaño se veían recompensados por una facilidad casi divina. Viajar era un juego: placer controlado, conocido, puesto hábilmente en acción. El trabajo incesante no era más que una forma de voluptuosidad. Mi vida, a la que todo llegaba tarde, el poder y aun la felicidad, adquiría un esplendor cenital, el brillo de las horas de la siesta en que todo se sume en una atmósfera de oro, los objetos de aposento y el cuerpo tendido a nuestro lado. La pasión colmada posee su inocencia, casi tan frágil como las otras: el resto de la belleza humana pasaba a ser un espectáculo, no era ya la presa que yo había perseguido como cazador.

24 may 2016

De la elección de amigos


Confidencias (1869)de Lawrence Alma-Tadema
«Me escribes diciéndome que el portador de las cartas es amigo tuyo, y al mismo tiempo me recomiendas que tenga cuidado en lo que le diga de tus cosas. Esto es decirme a la vez que es y no es tu amigo. La palabra amigo, por consiguiente, no es en lo que escribes más que una fórmula usual: este hombre es tu amigo, como todos los candidatos son hombres de bien, como se da el título de señor a cualquiera cuyo nombre ignoramos.
   ¿Dejemos la palabra y hablemos de otra cosa? Creer amigo a alguno, sin tener en él la confianza como en uno mismo, es no conocer todo el alcance de la verdadera amistad. Que vuestro amigo sea el confidente de todos vuestros juicios, pero antes ha de juzgársele a él: a la amistad debe seguir la confianza, el discernimiento debe precederla. Es un contrasentido, es confundir los deberes y violar el precepto de Teofrasto, el intimar con alguno antes de conocerlo para romper con él cuando se le conozca. Medítalo mucho antes  de conceder tu amistad; una vez concedida, abre al amigo tu alma, con tanta confianza en él como en ti mismo.

3 feb 2016

El arte de dibujarte

   
Vana cortesía (1900) 
de Lawrence Alma-Tadema
«En algún lecho del golfo de Corinto, una mujer contempla, a la luz del fuego, el perfil de su amante dormido.
   En la pared, se refleja la sombra.
   El amante, que yace a su lado, se irá. Al amanecer se irá a la guerra, se irá a la muerte. Y también la sombra, su compañera de viaje, se irá con él y con él morirá.
   Es noche todavía. La mujer recoge un tizón entre las brasas y dibuja, en la pared, el contorno de la sombra.
   Esos trazos no se irán.
   No la abrazarán, y ella lo sabe. Pero no se irán».


(GALEANO, Eduardo.  Espejos : una historia casi universal. México: Siglo XXI, 2008, p. 47).

28 feb 2015

La mirada

En la cuna de Afrodita (1908)de Lawrence Alma-Tadema
A veces pierdo la mirada:
se va por otros derroteros,
escapa de los iris y se aleja
dejándome vacía, sin paisaje.

Yo sé que necesita otras esquinas,
otras alturas desde dónde otear;
que las cuencas de mis ojos
le resultan estrechas, limitadas.

Y por eso se lanza,
            con avidez de luna,
a un camino sin márgenes ni trazos.

1 dic 2014

El vino y la libertad

Bacchanale (1871)de Lawrence Alma-Tadema
«Los banquetes, y la bebida algo más licenciosa, y aún llegando tal vez a la raya de la embriaguez (no de modo que nos anegue, sino que nos divierta) nos aligerarán los cuidados sacando el ánimo de su encerramiento; porque como el vino cura algunas enfermedades, así cura también la tristeza.

27 mar 2014

Unas pocas palabras...

En el tepidario (1881)de Lawrence Alma-Tadema
Unas pocas palabras
en tu oído diría. Poca es la fe de un hombre incierto.
Vivir mucho es oscuro, y de pronto saber no es conocerse.
Pero aún así diría. Pues mis ojos repiten lo que copian:
tu belleza, tu nombre, el son del río, el bosque,
el alma a solas.

13 sept 2013

En honor a Baco

En honor a Baco (1889)de Lawrence Alma-Tadema
   «Los banquetes y la bebida algo más licenciosa y aun llegando tal vez a la raya de la embriaguez (no de modo que nos anegue, sino que nos divierta), nos aligerarán los cuidados, sacando el ánimo de su encerramiento; porque como el vino cura algunas enfermedades, así también cura la tristeza.

11 jul 2013

Atardecer

Las rosas de Heliogábalo (1888)de Lawrence Alma-Tadema
   «En los largos atardeceres del verano subíamos a la azotea. Sobre los ladrillos cubiertos de verdín, entre las barandas y paredones encalados, allá en un rincón, estaba el jazminero, con sus ramas oscuras cubiertas de menudas corolas blancas, junto a la enredadera, que a esa hora abría sus campanillas azules.

19 feb 2013

Verse a sí mismos


Las mujeres de Anfisa (1887)
de Lawrence Alma-Tadema
 «Allá está el verdadero Amado, con el que podemos unirnos, participando de Él y poseyéndolo y no abrazándolo por fuera carnalmente. Si alguno vio, sabe lo que digo. Sabe que el alma entonces está en posesión de una vida distinta, desde el momento en que se acerca a Él y se une ya a Él y participa de Él hasta el punto de darse cuenta, en ese estado, de la presencia del dador de la vida verdadera. Y ya no necesita de nada, antes al contrario, le es preciso despojarse de las demás cosas, quedarse en eso solo y hacerse eso solo, apartando el resto...

22 nov 2012

Lugar de la primera mirada


Una lectura de Homero (1885)de Lawrence Alma-Tadema
«El verdadero lugar del nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros».


(YOURCENAR, Marguerite. Memorias de Adriano. 1ª ed., 21ª reimp. Barcelona: Edhasa, 1991, p. 34).

17 abr 2012

Todo está en los libros... y en los besos


El beso (1891)de Lawrence Alma-Tadema
   «Para la especie humana los labios, la boca y la nariz son muy importantes, y en consonancia tienen una parte muy grande del cerebro ocupándose de ellos. No en vano por los labios entra y se va la vida. Por ellos pasan las canciones de cuna y las mentiras, el beso apasionado y las tiernas caricias. Besar es mucho más que tocar con los labios, más que un instinto básico; es un comportamiento natural muy cultivado, que integra genética y aprendizaje, crianza y erótica, biología y cinematografía. Parafraseando el famoso “todo está en los libros”, podríamos asegurar que “todo está en los besos”».


(GÁNDARA MÁRTIN, Jesús de la. El planeta de los besos. 2ª ed. Barcelona: Euromedice, 2008, p. 23).

7 sept 2011

¿Quién fue Gayo Asinio Polión?

Una posición ventajosa (1895),
de Lawrence Alma-Tadema
   «El primero que introdujo en Roma gran cantidad de libros fue Emilio Paulo, después de la derrota de Perseo, rey de los Macedonios; después de él, Lúculo, como parte del botín del Ponto. Más tarde César confió a Marco Varrón el encargo de organizar una gran biblioteca. Sin embargo, Polión fue el primero que abrió en Roma una biblioteca pública, integrada por obras tanto griegas como latinas; las imágenes de muchos escritores aparecían expuestas en su atrio, que había adornado con la mayor magnificencia con obras procedentes de compras de botines».


(Isidoro de Sevilla, Etimologías, VI, 5).