«De vez en cuando el poeta, y
seguramente muchos otros hombres, sienten la necesidad de olvidar durante un
rato las simplificaciones, sistemas, abstracciones y otras mentiras totales o
parciales y contemplar el mundo tal como realmente es, es decir, no como un
sistema de conceptos muy complicado, pero en definitiva descifrable y
comprensible, sino como la selva virgen de misterios sobrecogedores, siempre
nuevos y totalmente incomprensibles que es en realidad».
(HESSE, Herman. Mi credo. Barcelona: Bruguera, 1976, p. 169).