«Con la
alegría y la impresión de que algo nuevo y grave era inminente, nos volvimos a
Rota. Allí seguimos, tranquilos, trabajando, tumbados en las dunas, recorriendo
descalzos las orillas, bien lejos de las preocupaciones electorales que traían
hirviendo a toda España.
Pero
de pronto cambió todo. Alguien, desde Madrid, nos llamó por teléfono,
gritándonos:
– ¡Viva la República!
Era
un mediodía rutilante, rutilante de sol. Sobre la página del mar, una fecha de
primavera: 14 de abril.