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21 mar 2020

¡Oh, mi yo! ¡Oh, vida!

El despertar de Adonis (1899),  de John William Waterhouse
¡Oh, mi yo! ¡Oh, vida!, de sus preguntas que vuelven.
Del desfile interminable de los desleales, de las ciudades llenas
            de necios,
De mí mismo, que me reprocho siempre (pues, ¿quién es más
            necio que yo, ni más desleal?),
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos despreciables,
            de la lucha siempre renovada,
De los malos resultados de todo, de las multitudes afanosas y
            sórdidas que me rodean,

2 dic 2017

Pronto estará aquí el vencedor del invierno

Montañas Dolomitas (Italia)
«Pronto estará aquí el vencedor del invierno;
Pronto estas ligaduras de hielo desatarán y fundirán
            Un momento,
Y el aire, el suelo, la ola, bañados estarán de dulzura, de
            Flores y de vida – mil formas surgirán,
De esta tierra muerta y de estos hielos, como de sepulturas
            Escondidas,
Tus ojos, tus oídos – todos tus nobles atributos – todo lo que goza de la belleza natural,
Despertarán y se llenarán.

29 nov 2016

La voz de la lluvia




¿Y quién eres tú?, le dije al aguacero que caía suavemente,
Y, cosa extraña, me dio la respuesta que así traduzco:
Soy el Poema de la Tierra, dijo la voz de la lluvia,
Eternamente me elevo impalpable desde la tierra y desde el
mar sin fondo.

9 may 2016

Florilegio de mayo


Espíritu de la primavera  (1894),   
de Alfons Mucha
Huertos de manzanos, los árboles vestidos de flores;
Trigales alfombrados por todas partes con el verdor vital de
            esmeralda;
La frescura eterna, inagotable de cada madrugada;
La bruma amarilla, auréa, diáfana, del sol delicioso de la tarde;
Las lilas erguidas, con sus profusas flores purpúreas o blancas.


(WHITMAN, Walt. Hojas de hierba. Barcelona: Tesys,1986, p. 656).

30 sept 2015

Días tranquilos

No son sólo los del amor feliz,
Ni los de la riqueza, ni los de la edad madura llena de
honores, ni los de las victorias de la política o de la guerra;
Mas, cuando declina la vida y se apaciguan todas las pasiones
            turbulentas,
Cuando se cubre el cielo de la tarde de colores vistosos, etéreos,
            silenciosos,
Cuando se nos inunda el cuerpo de dulzura, plenitud, sosiego,
            como de un aire refrescante y balsámico,
Cuando los días se visten de una luz más suave, y la manzana
            pende al fin del árbol, lograda, indolente, madura,
¡Entonces los días son fecundos, apacibles, los más felices
            de todos!
¡Los días tranquilos de la dulce meditación y de la dicha!


(WHITMAN, Walt. Hojas de hierba. Barcelona: Tesys,1986, p. 656-657).