Mostrando entradas con la etiqueta Sufrimiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sufrimiento. Mostrar todas las entradas

21 jun 2017

El sufrimiento es uno

   «El sufrimiento es uno. Se habla de sufrimiento como se habla de placer, pero se habla de ellos cuando ya nos dominan. Cada vez que entran en nosotros, nos sorprenden como una sensación nueva y tenemos que reconocer que los habíamos olvidado. Son diferentes porque nosotros también lo somos: les entregamos cada vez un alma y un cuerpo modificados por la vida. Y sin embargo, el sufrimiento no es más que uno. No conoceremos de él, como no conoceremos del placer, más que algunas formas, siempre las mismas, de las que estamos presos. Habría que explicar esto: nuestra alma, supongo, no tiene más que un teclado restringido y aunque la vida se empeñe en hacerlo sonar, sólo podrá obtener dos o tres pobres notas».


(YOURCENAR, Marguerite. Alexis o el tratado del inútil combate.  Madrid: Alfaguara, 1992, p. 56).

23 nov 2016

Diálogo en el bosque


¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?

Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas.

Pero pasaste
como un Dios destruido.

Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.


(GIL DE BIEDMA, Jaime. Las personas del verbo.Palencia: Cálamo, 2009, p. 38).

30 oct 2016

No es nada, es un suspiro

El beso (1969), de Pablo Picasso
El beso (1969), de Pablo Picasso.
No es nada, es un suspiro,
Pero nunca sació nadie esa nada
Ni nadie supo nunca de qué alta roca nace.

Ni puedes tú saberlo, tú que eres
Nuestro afán, nuestro amor,
Nuestra angustia de hombres;
Palabra que creamos
En horas de dolor solitario.

17 jul 2016

Si...

«Si puedes mantener la calma cuando todos a tu alrededor
pierden la suya y te culpan por ello;
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos los hombres
dudan de ti, pero permitirles también dudar;
Si puedes esperar y no cansarte de esperar,
O siendo calumniado no intervenir en las mentiras,
O siendo odiado, no dar lugar al odio,
Y no parecer demasiado bueno, ni demasiado sabio.

16 jun 2013

Dios no escribe novelas

El acero (1928), de František Kupka
   «Sí, tal vez existiera ese universo invulnerable a los destructivos poderes del tiempo; pero era un helado museo de formas petrificadas, aunque fuesen perfectas, formas regidas y quizá concebidas por el espíritu puro. Pero los seres humanos son ajenos al espíritu puro, porque lo propio de esta desventurada raza es el alma, esa región desgarrada entre la carne corruptible y el espíritu puro, esa región intermedia en que sucede lo más grave de la existencia: el amor y el odio, el mito y la ficción, la esperanza y el sueño.

23 feb 2013

El sufrimiento de la vida

La vida  (1903)de Pablo Picasso
   «El atardecer era tibio y claro; el cielo había quedado limpio desde la mañana. Raskólnikov iba a su casa; tenía prisa. Quería acabarlo todo antes de que se pusiera el sol. No deseaba encontrarse con nadie hasta tenerlo todo arreglado. Al subir la escalera de su casa, se dio cuenta de que Nastasia, dejando el samovar que estaba preparando, le había mirado fijamente y le acompañaba con la vista. “¿No habría alguien en mi habitación?”, se preguntó. Pensó con desagrado en Porfiri. Pero al abrir la puerta de su cuchitril, vio a Dúnechka. Estaba sola, embebida en sus pensamientos; al parecer, hacía mucho rato que le esperaba. Raskólnikov se detuvo en el umbral. Dunia se levantó del diván, sobresaltada, e irguió la cabeza. Su mirada, fija, clavada en su hermano, reflejaba un sentimiento de horror y de aflicción abrumadoras. Esa mirada bastó a Raskólnikov para comprender que Dunia lo sabía todo».


(DOSTOIEVSKI, Fedor.  Crimen y castigo. Barcelona: Círculo de Lectores, 1984, p. 510-511).

21 jul 2012

Camino sin retorno


«El cielo es protector, ostenta fielmente esa misión que, desde el despertar de los tiempos, Dios le concedió... ¿Por qué tendríamos que dudar de que él nos desampararía? Sin embargo, siendo seres mortales, tememos tal desventura y nos apegamos a la Tierra. Entre ambos mundos, ahí, en esa frontera inquebrantable, soñamos y padecemos, amamos y morimos. Y en este tirar y aflojar del latir del corazón, él, el corazón, arropado por el miedo a la pérdida, empuja hacia abajo, hacia los ínferos, donde la luz logra apaciguarle tal sufrimiento. ¿No será que la Tierra fue creada redonda para no poder vislumbrar el final del camino?...».


J. Valdštejn