La lectora de novelas (1853), de Antoine Wiertz
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En sus rincones, guarda voces y esconde
fantasmas.
En las noches de invierno, humea.
Quien en ella entra, dicen, nunca más sale.
Yo atravieso el hondo foso que la rodea. En
esa casa seré habitado. En ella me espera el vino que me beberá. Muy suavemente
golpeo a la puerta, y espero».
(GALEANO, Eduardo. Mujeres. Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 17).