SILENCIO.
Silencio.
La
creación y el cielo...
–¡Qué copulativa
esa y de enmedio!–
Dios me
ha dado un mundo.
Pero,
¿cómo? Hecho.
Pero,
¿cuándo? Ahora.
Pero,
¿qué? Silencio.
Silencio.
Preguntó:
¡habla!...
Nada: ¡viento!
un
va-y-ven de frío
sobre cerca
y lejos.
Pero
¿tu elocuencia
no es
más que silencio,
Dios de
lo creado?
Tiemblo.
Peno. Espero.
De
repente –¡luces!–
caigo, pablo, ciego.
¡Señor, callaré!
Calla en todo tiempo.
No te
justifiques,
no
digas tu verbo.
Cuando
te pregunten
pilatos
pequeños
que
¿qué es la verdad?
calla
verdadero.
¿Para
qué palabras?
Bastan
los ejemplos.
¿Para
qué tus causas,
tus
porqués, tus peros,
tus
cómos y cuándos,
mundo,
si ya tengo
toda la
verdad
en todo
el objeto?
Silencio.
¡Que hable!
Idioma
pleno,
¡oh
silencio! Alma
de las
cosas, cuerpos.
¡Oh
pentecostés
de
lenguas de fuego!
¿Pregunto?...
Respondes
mi
Dios, en silencio.
(HERNÁNDEZ, Miguel. Obra poética completa. Madrid: Zero, 1979
, p. 165-166).
No hay comentarios:
Publicar un comentario