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22 nov 2024

La belleza de la naturaleza

Los campos labrados (1889), de Vincent van Gogh
«Yo quisiera tan sólo tener la prueba de algo que nos tranquilizara y consolara de manera que dejáramos de sentirnos culpables o desgraciados, y poder así marchar sin extraviarnos en la soledad o en la nada; sin temer o calcular nerviosamente el mal que podríamos acarrear inconscientemente a los demás. Ese extraño Giotto, de quien decía su biógrafo que estaba siempre padeciendo y siempre lleno de fogosidad e ideas; pues bien yo quisiera llegar a esta seguridad que te hace sentir vivo, alegre y dichoso en toda ocasión. Eso puede conseguirse mejor en el campo o en una ciudad pequeña que en el infierno parisiense.

27 abr 2024

Sorrow

Sorrow (1882),
de Vincent van Gogh
«Es preciso comprender la idea que yo tengo del arte. Para alcanzar la verdad, se necesita trabajar mucho y largo tiempo. Aquello que yo quiero y a lo que aspiro es condenadamente difícil; y con todo, no creo que mis aspiraciones sean altas. Quiero hacer dibujos que golpeen a ciertas personas. Sorrow no es más que un comienzo; es posible que pequeños paisajes como el Laan van Meerdervoort, Los prados de Rijswijk o El secadero de pescado, sean también un comienzo. Al menos contienen alguna cosa de mi propio corazón. Tanto en la figura como en el paisaje yo quisiera expresar, no un sentimentalismo melancólico, sino un profundo dolor. Por encima de todo, quiero alcanzar un punto en que se diga de mi obra: ese hombre tiene una sensibilidad muy delicada. Pese a mi reconocida torpeza, o a causa de ella, ¿me comprendes?».


(GOGH, Vincent van. Cartas a Theo. Barcelona: Paidós, 2004, p. 82).

5 abr 2023

La experiencia de la lectura

«Es bueno que ciertas cosas, que ya no puedan transformarse en otras, consten, simplemente, sin lamentar los hechos ni tampoco juzgarlos. Fue así que comprendí claramente que yo nunca sería un verdadero lector. Cuando era niño se me antojaba que la lectura era una profesión que debía ser asumida más tarde, un día, cuando llegara el momento de las profesiones, una tras otra. A decir verdad, no tenía una idea precisa de cuándo podría ocurrir esto. Confiaba en que se advertiría cuano la vida, en cierto modo, cambiara repentinamente y sólo le viniera a uno de fuera, así como antes surgía de adentro.

27 oct 2022

La pintura como vida

Autoretrato con sombrero de fieltro,
(1887), de Vincent van Gogh
«¡Lástima que la pintura cuesta tan cara! Esta semana tenía menos problemas que las otras, así pues me dejé ir; hubiera gastado el billete de cien en una semana, pero al cabo de ella tendría mis cuatro cuadros, e incluso agregando el precio de todo el color utilizado, la semana no habría sido un fracaso. Cada día me he levantado muy temprano, he comido y he cenado bien, he podido trabajar asiduamente sin sentirme desfallecido. Pero ahí tienes, vivimos en días en que lo que uno hace no tiene salida. No sólo no se vende, tal como ves en Gauguin; uno quisiera pedir prestado sobre cuadros realizados y no encuentra nada, incluso cuando esas cantidades son insignificantes y los trabajos importantes. Ya ves como estamos en manos de la casualidad. Y temo que nuestra vida apenas cambie. A menos que preparemos vidas más ricas a los pintores que marchen sobre nuestras huellas, lo que ya sería algo.

6 abr 2022

Pasión irresistible

«Me ocurre a menudo que hablo u obro con demasiada precipitación, cuando lo mejor sería esperar pacientemente. […] Siendo así, ¿qué debo hacer? ¿Considerarme un hombre peligroso e incapaz de cualquier cosa? No lo creo. Pero debo procurar por cualquier medio sacar de estas pasiones un buen partido. Por ejemplo, para mencionar una entre otras, yo siento una pasión irresistible por los libros; necesito instruirme continuamente, estudiar si quieres, del mismo modo que necesito alimentarme. Tú puedes comprender esto.

20 oct 2021

La actitud del pintor

Paisaje de otoño con cuatro árboles (1885), de Vincent van Gogh 
«El pintor tiene el deber de sumergirse en la naturaleza por completo, utilizar toda su inteligencia, y poner sentimiento en su obra, para que ésta se haga comprensible a los otros».


(GOGH, Vincent van. Cartas a Theo. Barcelona: Paidós, 2004, p. 88).

8 nov 2019

Cada palabra tuya

Amor y Psyche  (1907),  de Edvard Munch
   «En aquellos años sólo viví para ti. Compré todos tus libros; cada vez que tu nombre aparecía en los periódicos era un día de fiesta para mí. ¿Puedes creer que me sé de memoria cada línea de tus libros de tantas veces como los he leído? Si alguien me despertara por la noche y me empezara a recitar un fragmento, aún ahora, después de trece años, podría continuarlo en sueños. Cada palabra tuya era para mí como el evangelio y el padrenuestro. Todo el mundo existía únicamente en relación a ti: buscaba los conciertos y los estrenos en los periódicos vieneses sólo pensando en cuáles te podrían haber interesado y así acompañarte desde la lejanía: ahora entra en la sala, ahora se sienta. Lo soñé mil veces por haberte visto un día en un concierto».


(ZWEIG, Stefan. Carta de una desconocida. 15ª ed. Barcelona: Acantilado, 2002, p. 27-28).

3 feb 2019

Recuerdos de una carta

Mujer sentada (1960)de Joan Miró
   «Él dejó caer la carta, las manos le temblaban. Entonces empezó a cavilar durante un buen rato. Recordaba vagamente a una niña vecina suya, a una joven mujer que había encontrado en un local nocturno, pero era un recuerdo poco preciso y desdibujado, como una piedra que tiembla en el fondo del agua que corre y cuya forma no acaba de distinguirse. Eran sombras que brotaban abundantemente, que iban y venían, pero no fue capaz de hacerse una imagen concreta. Recordaba ciertos sentimientos y, aun así, no conseguía reconstruir todo aquello. Era como si todas esas figuras hubiesen aparecido en un sueño, como si las hubiera soñado a menudo y profundamente, pero sólo como si las hubiese soñado.

22 feb 2018

El encuentro


Adan y Eva  (1909),  de Edvard Munch
«No me reconociste entonces. Y cuando dos días más tarde tu mirada me envolvió con una cierta familiaridad al volver a encontrarnos, no reconociste en mí a aquella niña que te había querido y a la que habías hecho despertar, sino sólo a la hermosa joven de dieciocho años que se había cruzado en tu camino dos días antes en ese mismo lugar. Me miraste agradablemente sorprendido, se te escapó una leve sonrisa. Volviste a pasar de largo pero retrocediste enseguida: yo temblaba, estaba exultante de alegría, rogaba que me hablases.

5 may 2017

Mudanza

«La mayor parte del mobiliario, las piezas más pesadas, ya las habían subido los mozos. Ahora sólo se llevaban cosas pequeñas hacia arriba. Me quedé de pie en la puerta para poder admirarlo todo. Tus cosas eran muy especiales, tanto que nunca antes había visto nada igual: había fetiches indios, esculturas italianas, grandes y deslumbrantes cuadros. Finalmente vinieron los libros, tantos y tan bonitos que nunca hubiera imaginado que pudieran existir. Los iban apilando en la puerta, los cogía el mayordomo, uno por uno, y les quitaba el polvo con cuidado. Me acerqué sigilosamente para contemplar cómo iba creciendo la pila. Tu criado no me echó, pero tampoco me animó a quedarme allí. No me atreví a tocar nada, aunque me hubiese gustado acariciar el suave cuero de algunas cubiertas. Miré alguno de los títulos tímidamente: algunos eran ingleses o franceses, y otros en idiomas que no entendía.

10 oct 2011

Cartas a un joven poeta

Nocturno (1911), de František Kupka
«Amarse de igual a igual: esto es quizás lo más difícil que nos ha sido encomendado, la tarea suprema, la prueba y el examen últimos, el trabajo para el que cualquier otro trabajo es sólo preparación. Por eso, los jóvenes, principiantes en todo, aún no dominan el amor: aún tienen que aprenderlo. Han de aprender a amar con todo su ser, con todas sus fuerzas congregadas en torno a su corazón solitario y ansioso, que late hacia las alturas. Pero el periodo de aprendizaje es siempre un largo periodo de aislamiento, y así, por mucho tiempo y hasta muy avanzada la vida, amar es, para el que ama, soledad, un estar solo más grande y más hondo.