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A garden (1869), de Albert Joseph Moore
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«Por
mediocre que sea vuestra vida, hacedle frente y vividla; no la esquivéis ni la
denostéis. No es tan mala como vosotros mismos. Parece tanto más pobre cuanto
mayor es vuestra riqueza. El buscador de defectos los halla incluso en el
paraíso. Amad vuestra vida, por pobre que sea. Es posible vivir unas horas
amables, emocionantes y gloriosas hasta en un asilo. El sol que se pone se
refleja con igual esplendor en las ventanas del hospicio que en las del rico, y
la nieve se funde frente a ambas puertas, llegada la primavera. No veo por qué
una mente serena no ha de poder hallar tanta satisfacción y gozar de
pensamientos tan estimulantes allí como en un palacio. A menudo nos parece que
son los pobres del pueblo quienes viven de la manera más independiente, quizá
porque son lo suficientemente nobles para recibir sin escrúpulos. En su mayoría
piensan que se hallan por encima de ser mantenidos por el pueblo; pero ocurre
con frecuencia que no se sienten por encima de automantenerse por medios
ilícitos, lo cual debiera ser menos decoroso. Cuidad la pobreza como una
hierba, como salvia. No os intereséis demasiado por adquirir cosas nuevas, sea
vestidos o amigos. Remozad los gastados; volved a los viejos. Las cosas no
cambian; somos nosotros los que cambiamos. Vended vuestras ropas y conservad
vuestras ideas».
(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques.
Barcelona: Juventud, 2010, p. 401).