«El viento es el mismo, pero cada árbol
tiene el suyo. Se mueven en direcciones distintas, a veces opuestas. Mira.
También pasa con las ramas del mismo árbol, que se agitan diferente, como si le
arrancasen retazos al viento. El abedul es el que más se agita, el que más se
abraza. A ese arce aún le quedan algunas hojas. Ése es otro misterio. En casi
todos los árboles hay unas cuantas hojas que no caen. ¿Que no? Ya lo verás. Y
con la lluvia pasa igual. Quiero decir que la lluvia es la misma, pero cada
árbol y cada arbusto tienen la suya. El grosor y el brillo de las gotas son muy
distintos. Fíjate cómo quedan colgadas las gotas de lluvia después de llover.
Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
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14 nov 2018
29 ene 2018
Los libros arden mal
Llamaradas, de Li-Shu Chen
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El mando apuraba la voz. Pero aquello no se
podía hacer de cualquier manera, a lo bruto. Cada trabajo requiere su ritmo, y
ninguno de nosotros recordaba haber cargado restos de libros quemados. Las
herramientas tampoco. Ellas y nosotros estábamos acostumbrados a recoger las
hojas caídas, al olor de las cenizas de otoño, que le daban a la ciudad un
aroma medicinal. Más que de humo habría que hablar de eso, de un aroma. Era una
naturaleza a la que le había llegado su tiempo. En cambio, lo que hoy ardía era
el tiempo. En eso sí que reparé. No dije nada, pero lo pensé.