«No hay traducciones.
Pain no es bread; la palabra francesa es cálida,
con cierta resonancia de hambre y gleba. Home
no es Heim; la palabra alemana
porta ecos de refugio, de asilo, de hospicio, y aun así proyecta su sombra en
la contundente excitación de Heimat,
Heimatland, el templo de la conciencia nacional, el hogar de la exaltación
política. El inglés no tiene un equivalente exacto.