Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
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13 sept 2023
14 feb 2023
14 sept 2018
La voz
Moonlight (1874), de Homer Winslow |
«El doctor Henke alzó impaciente la cabeza y
buscó los ojos del amigo. Él no tenía ningún sentido para la poesía, pero
casualmente se le ocurrió que aquellos ojos con su profundidad cambiante y su
brillo misterioso e inesperado tenían algo de la naturaleza del mar. Sonrió
irónicamente y gruñó:
–Dime por lo que más quieras
cómo se te ha ocurrido esa idea.
3 feb 2018
Atardecer
Bosque de Allerbos (Bélgica)
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«El atardecer temprano de febrero se asomó,
cansado y huraño, a la habitación 12, con ojos de penitente enrojecidos por el
llanto. Las paredes grisáceas de la habitación parecían diluirse en la penumbra
del mismo color y la cruz de madera negra flotaba en el aire. Las camas de
hierro sólo eran visibles como contornos borrosos. La atmósfera crepuscular
gravitaba como un encantamiento sobre los niños que compartían de dos en dos
cada lecho. En algún rincón oscuro lloraba en voz baja una niña desconsolada,
otra hablaba con voz suave y cuidadosa como si estuviese junto a la cama de su
madre enferma, y una niña pequeña cerca de la ventana estaba en la almohada con
los brazos alrededor de las rodillas.
27 mar 2017
14 mar 2017
El milagro secreto
Música del crepúsculo V, de Joan Miró
|
«La noche del catorce de marzo de 1939, en
un departamento de la Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la
inconclusa tragedia Los enemigos, de una Vindicación de la eternidad
y de un examen de las indirectas fuentes judías del Jakob Boehme, soñó con un
largo ajedrez. No lo disputaban dos individuos sino dos familias ilustres; la
partida había sido entablada hace muchos siglos; nadie era capaz de nombrar el
olvidado premio, pero se murmuraba que era enorme y quizá infinito; las piezas
y el tablero estaban en una torre secreta; Jaromir (en el sueño) era el
primogénito de una de las familias hostiles;...
20 dic 2016
19 may 2016
La mamá de los cuentacuentos
El árbol encantado, de Salvador Dalí
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Una tras otra, las vírgenes perdían la virginidad y la cabeza. Sherezade fue la única que sobrevivió a la primera noche, y después siguió cambiando un cuento por cada nuevo día de vida.
Esas historias, por ella escuchadas, leídas o imaginadas, la salvaban de la decapitación. Las decía en voz baja, en la penumbra del dormitorio, sin más luz que la luna.
Diciéndolas sentía placer, y lo daba, pero tenía mucho cuidado. A veces, en pleno relato, sentía que el rey le estaba estudiando el pescuezo. Si el rey se aburría, estaba perdida. Del miedo de morir nació la maestría de narrar».
(GALEANO, Eduardo. Espejos
: una historia casi universal. México: Siglo XXI, 2008,
p.72-73).
25 feb 2016
El arte de la escucha
Homenaje a Miró, de Li-Shu Chen
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11 sept 2014
The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore
Óscar al mejor corto de animación en 2012, es una oda a los libros, la lectura y con una biblioteca fantástica
como escenario.
24 dic 2013
El Niño Jesús
La Virgen del Pez (c.a. 1513), de Rafael Sanzio
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«Bendito día de Nochebuena en que los
pequeños con piernecitas saltarinas de impaciencia y ojos brillantes escuchan
junto a la puerta cerrada detrás de la que se preparan maravillas relucientes y
perfumadas, en que con gesto importante observan a la madre que asa el pescado
de fiesta para la cena y, con viejas canciones en los frescos labios, corren
brincando a donde está la abuelita que sueña sentada en el alto sillón de
orejas junto al fuego parlanchín, y le besan las manos dulces y arrugadas.
23 ene 2013
El lugar preferido de la pequeña Elisabeth
«En la última tienda Elisabeth compró con
sus kreuzer algunas velitas, una larga cadena de oropel de colores,
cerillas y un enorme corazón de pan de especias. Cargada con esos tesoros
siguió corriendo al bosque donde sólo se cruzó con algunas personas que
buscaban ramas secas al lado del camino y parecían malhumoradas y ateridas, y
no se fijaron en la niña. Hay un lugar en el bosque, donde el
atardecer, que esconde su oro, temeroso como un avaro detrás de la próxima
montaña, permanece vacilante como si no pudiese separarse de la hermosa tierra.
10 ene 2013
Ventana sobre una mujer
La lectora de novelas (1853), de Antoine Wiertz
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En sus rincones, guarda voces y esconde
fantasmas.
En las noches de invierno, humea.
Quien en ella entra, dicen, nunca más sale.
Yo atravieso el hondo foso que la rodea. En
esa casa seré habitado. En ella me espera el vino que me beberá. Muy suavemente
golpeo a la puerta, y espero».
(GALEANO, Eduardo. Mujeres. Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 17).
29 sept 2012
Un sueño
Sala principal de la Biblioteca del Klementinum de Praga. |
«Hacia el alba, soñó que se había ocultado
en una de las naves de la biblioteca del Clementinum. Un bibliotecario de gafas
negras le preguntó: ¿Qué busca? Hladík le replicó: Busco a Dios. El
bibliotecario le dijo: Dios está en una de las letras de una de las páginas
de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum. Mis padres y los padres
de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego buscándola. Se
quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que estaban muertos. Un lector entró a devolver
un atlas. Este atlas es inútil, dijo, y se lo dio a Hladík. Éste lo
abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. Bruscamente seguro tocó
una de las mínimas letras. Un voz ubicua le dijo: El tiempo de tu labor ha sido
otorgado. Aquí Hladík se despertó. Recordó que los sueños de los hombres
pertenecen a Dios y que Maimónides ha escrito que son divinas las palabras de
un sueño, cuando son distintas y claras y no se puede ver quién las dijo».
8 mar 2012
Ventana sobre la palabra
Rind (1955), de
M.C. Escher
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«Magda recorta palabras de los diarios,
palabras de todos los tamaños, y las guarda en cajas. En cajas rojas las
palabras furiosas. En caja verde, las palabras amantes. En caja azul, las
neutrales. En caja amarilla, las tristes. Y en caja transparente guarda las
palabras que tienen magia.
A veces, ella abre las cajas y las pone boca
abajo sobre la mesa, para que las palabras se mezclen como quieran. Entonces,
las palabras le cuentan lo que ocurre y le anuncian lo que ocurrirá».
(GALEANO, Eduardo. Mujeres. Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 5).
24 dic 2011
Noche Santa
La Sagrada Familia con el cordero (1507), de Rafael Sanzio
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–¡No grites! –gruñó el viejo Isacar–. ¡Te van a oír!
–¡Que me oigan! –contestó la señora Dina, alzando la voz todavía más–.
¡Eso faltaría! ¡Que no pudiera gritar en mi propia casa! ¡Que por culpa de unos
vagabundos tuviera que cerrar el pico! ¿Los conoces? ¿Los conoce alguien? Él te
dice: “Esta es mi mujer”. Eso que se lo cuenten a otro. ¡Como si yo no supiera
cómo van las cosas entre esta gente...! ¿No te da vergüenza dejar entrar algo
así en tu casa?
14 dic 2011
Adoraba las peras y las apuestas
«Habiendo leído en los periódicos todo
aquello, el famoso Sidney Hall, detective americano, se hundió en sus
pensamientos y tomó la decisión de intentar él mismo ver sí conseguía atrapar
al mago. Se disfrazó, pues, de millonario, se metió un revólver en el bolsillo
y marchó a Europa.
Cuando llegó aquí, se presentó de
inmediato al jefe superior de policía. Éste le expuso todos los aspectos del
asunto, cómo habían perseguido al mago y terminó con estas palabras:
– En consecuencia, ahora es del todo imposible llevar a ese malvado ante
la justicia.
Sidney Hall sonrió:
– Antes de cuarenta días se lo traeré detenido.
– Imposible –exclamó el jefe superior de policía.
– Apostemos una cesta de peras –respondió Sidney Hall. Y es que Sidney
Hall adoraba las peras e igualmente adoraba las apuestas».
(ČAPEK, Karel.
Nueve cuentos y uno de propina de Josef Čapek. Madrid: Siruela, 2003, p. 35).
6 dic 2011
Una tienda de sueños
Mujer soñando con la evasión, de Joan Miró
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–Compraré un solo sueño –dije precipitadamente–. Me llevaré únicamente
el sueño de Anna... –y enseguida rectifiqué–: ... sólo el de la muchacha y el
barco blanco.
10 nov 2011
Yo también he vivido en Arcadia
«Los años llegan y pasan, las
personas vienen y se van, el tiempo y las gentes me son propicios, y yo tengo
mi lugar bajo el sol.
Ahora,
desde hace días, en momentos en los que no tengo tiempo para prestarle
atención, llega hasta mí el son de una flauta, una melodía que el viento trae
en retazos, una llamada amortiguada por la distancia, y me parece que viene de
las colinas otoñales que lindan con el azul de un límpido cielo matinal. ¿O es
el repicar de los pequeños cencerros que tropiezan en las matas cuando los
corderos blancos bajan al valle? ¿O la vibración de los rayos plateados de los
raíles que van a las barracas del río y, desde allí, desembocan en línea recta
en la esfera del sol poniente que, como una gran estación, acoge a todos los
trenes en el cielo?».
(BACHMANN, Ingeborg. Ansia y otros cuentos. Madrid: Siruela, 2005, p. 42).
15 oct 2011
Cuentos orientales
Mata mua (Érase una vez), (1892) de Paul
Gauguin
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Cuénteme
otra historia, viejo amigo – dijo Philip dejándose caer pesadamente en una
silla –. Necesito un whisky y una historia cuando estoy delante del mar... Que
sea la historia más hermosa y menos verdadera posible».
(YOURCENAR, Marguerite. Cuentos orientales. Barcelona: Suma de letras, 2000, p. 54).