Puente
cerca de Kolpino (Rusia)
|
«Aquel tipo tenía dentro de sí
un escritor bueno y un escritor malo que trabajaban a horas distintas. Aun así
en los textos del malo se percibía finalmente un aliento de bondad, mientras
que en los del buenos sonaba, cuando menos hacía falta, un estertor agónico
procedente de la respiración del malo. Estaban tan cerca, en fin, que no podían
dejar de influirse. Los lectores, según se colocaran en uno u otro lado de la
identidad de aquel tipo, pensaban que se trataba de un mal escritor con
aciertos geniales, o de un genio que se estaba echando a perder.