En femenino, de Li-Shu Chen
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«La casa Waldstein ha estado
inextricablemente arraigada a la cultura, el comercio y la historia del reino
de Prusia y de la nación alemana desde mediados del siglo XVIII, y, en
reconocimiento de ello, el primer Kaiser Guillermo elevó a mi padre a la
nobleza, y no sólo a la nobleza sino a la Freiherrschaft. ¿Espera usted
que yo envía a mi hija, que nació baronesa, con un apellido que está en todos
los libros escolares, a un país donde podría no ser considerada enteramente
blanca? –le
temblaba la voz.
–Pero usted me dijo que no
tenía objeciones en principio.
–Eso era aquí. Suponíamos que
usted se quedaría aquí, que sería pintor... Usted parece tener talento, la
gente compra sus cuadros... Le aseguro que no tuve ninguna intención de enviar
a mi hija a América. ¡Ninguna! –Hizo una pausa para recobrar el aliento.
Su cara me dijo que el tema
estaba cerrado. Silencio. Pude oír los latidos de mi corazón».
(SOLMSSEN, Arthur R.G. Una
princesa en Berlín. 2ª ed. Barcelona:
Tusquests, 2012, p. 479).