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20 feb 2024

Últimos minutos

Aurora, mediodía, atardecer y crepúsculo (1979), de Salvador Dalí

«Nueve días estuvo esperando su turno. Cada madrugada, al azar, como recuas, un grupo de prisioneros era obligado a formar en el hangar y conducido, de a dos en fondo, hasta unos camiones que se perdían ruidosamente en un paisaje tibio y desolado. Pocos se despedían. Los más se iban en silencio. Es probable que a Alegría, acostumbrado a observar a su enemigo, la muerte sin aspavientos le resultara familiar, pero la vida aprisionada en la casualidad de estar o no estar en el rincón elegido para designar los muertos debió resultarle insoportable. Alegría rechazaba el azar, necesitaba el orden.

Podemos suponer cierto alivio cuando el día dieciocho, exhausto bajo una lluvia inclemente, fue él uno de los miembros de la recua. En el camión, hacinados y guardando el equilibrio, todos los condenados se miraban a los ojos, se cogían de la mano, se apretaban unos contra otros. A mitad de camino, una mano buscó la suya y su soledad se desvaneció en un apretón silencioso, prolongado, intenso, que le dio cabida en la comunidad de los vencidos. Tras la mano, una mirada. Otras miradas, otros ojos enrojecidos por la debilidad y el llano sofocado. “Perdonadme”, dijo, y se zambulló en aquel tumulto de cuerpos desolados».


(MÉNDEZ, Alberto. Los girasoles ciegos. Barcelona: Anagrama, 2008, p. 29-30).

26 mar 2022

Otras veces

El sentimiento de la velocidad (1931), de Salvador Dalí

El sentimiento de la velocidad (1931), de Salvador Dalí

Quisiera estar en otra parte,
mejor en otra piel,
y averiguar si desde allí la vida,
por las ventanas de otros ojos,
se ve así de grotesca algunas tardes.

Me gustaría mucho conocer
el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,
comprobar si el pasado
impregna los tejidos del mismo zumo acre,
si todos los recuerdos en todas las memorias
desprenden este olor
a fruta madura mustia y a jazmín podrido.

Desearía mirarme
con las pupilas duras de aquel que más me odia,
para que así el desprecio
destruya los despojos
de todo lo que nunca enterrará el olvido.


(GONZÁLEZ, Ángel. Palabra sobre palabra. Barcelona: Seix Barral, 1997, p. 238).

 

22 mar 2022

Reserva invernal a punto

Los primeros días de la primavera (1929), de Salvador Dalí
Llega la primavera
Ajá, todo ese material
De suspiros


Spring is coming
Yep, all that equipment
For sighs



(KEROUAC, Jack. Libro de haikus. Madrid: Bartleby, 2007, p. 136-137).

20 ago 2018

Los sueños de Helena


El sueño (1937),  de Salvador Dalí
«Aquella noche hacían cola los sueños, queriendo ser soñados, pero Helena no podía soñarlos a todos, no había manera. Uno de los sueños, desconocido, se recomendaba:
   Suéñeme, que le conviene. Suéñeme, que le va a gustar. Hacían cola unos cuantos sueños nuevos, jamás soñados, pero Helena reconocía al sueño bobo, que siempre volvía, ese pesado, y a otros sueños cómicos o sombríos que eran viejos conocidos de sus noches de mucho volar».


(GALEANO, Eduardo.  El libro de los abrazos. 34ª reimp. Madrid: Siglo XXI de España, 2015, p. 30).


19 may 2016

La mamá de los cuentacuentos

El árbol encantado,  de Salvador Dalí
«Por vengarse de una, que lo había traicionado, el rey degollaba a todas. En el crepúsculo se casaba y al amanecer enviudaba. 

Una tras otra, las vírgenes perdían la virginidad y la cabeza. Sherezade fue la única que sobrevivió a la primera noche, y después siguió cambiando un cuento por cada nuevo día de vida. 

Esas historias, por ella escuchadas, leídas o imaginadas, la salvaban de la decapitación. Las decía en voz baja, en la penumbra del dormitorio, sin más luz que la luna. 

Diciéndolas sentía placer, y lo daba, pero tenía mucho cuidado. A veces, en pleno relato, sentía que el rey le estaba estudiando el pescuezo. Si el rey se aburría, estaba perdida. Del miedo de morir nació la maestría de narrar».


(GALEANO, Eduardo.  Espejos : una historia casi universal. México: Siglo XXI, 2008, p.72-73).

14 feb 2016

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
Rosa meditativa (1938),  
de Salvador Dalí
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
                                                    
Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.

27 nov 2015

La marcha sobre Berlín




El gran paranoico (1936),  de Salvador Dalí
   «Una helada lluvia de noviembre había estado cayendo desde el amanecer, de modo que pedí a Meier que me llamara un taxi. Las negociaciones financieras empezaron no bien doblamos por la Königsallee, porque el conductor notó que yo no llevaba ninguna maleta abultada.

   –¿Gendarmenmarkt, mein Herr? La tarifa normal..., me refiero a la tarifa del antiguo taxímetro, sería alrededor de un marco.

La noche anterior, el Kurs había subido a dos billones de marcos el dólar. Cuando pasamos por la esquina donde Walter Rathenau había sido asesinado –¿hacía dieciséis meses?, parecía toda una vida–, convinimos en que, puesto que yo no tenía cuatro de los nuevos billetes de cien mil millones de marcos, una moneda de un cuarto de dólar norteamericano bastaría para cubrir el costo del viaje.

2 nov 2012

Biografía, Poesía y Destino


   La persistencia de la memoria (1931),  de Salvador Dalí
El poeta cuenta su vida primero a los hombres; después,
cuando los hombres se duermen, a los pájaros;
más tarde, cuando los pájaros se van, se la cuenta a los
árboles...
Luego pasa el Viento y hay un murmullo de frondas.
Todo lo cual se puede traducir también de esta manera:
Lo que cuento a los hombres está lleno de orgullo;
lo que cuento a los pájaros, de música;
lo que cuento a los árboles, de llanto.

1 dic 2011

Cartas a una desconocida

Muchacha en la ventana (1925),  de Salvador Dalí
Cuando pasen los años, cuando pasen
Los años y el aire haya cavado un foso
Entre tu alma y la mía; cuando pasen los años
Y yo sólo sea un hombre que amó, un ser que se detuvo
Un instante frente a tus labios,
Un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
¿Dónde estarás tú? ¡Dónde
estarás, oh hija de mis besos!


(PARRA, Nicanor. Poemas & antipoemas. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1998, p. 72).