Boring dolls (c.a. 1929), de Jeanne Mammen
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«Yo ya estaba en pie y me dirigía hacia la
puerta.
–Barón Von Waldstein...
También él se puso de pie y tiró del cordón
de la campanilla.
–Será mejor que me marche, señor.
–Sí, pero no del todo solo.
Un momento, por favor. –Me tomó con fuerza del codo.
El mismo criado apareció en
la puerta. Su expresión cambió un poco cuando vio mi cara.
–Traiga el paquete para el
señor Ellis. Creo que lo pusieron en el cuarto ropero...
El sirviente desapareció otra
vez y el barón, todavía con la mano en mi codo, me guió suavemente fuera de la
habitación, por el salón y hacia el árbol de Navidad, punto exacto donde, un
año atrás, me había regalado la botella con el velero dentro. ¿Dónde había
dejado yo aquella botella?
–Tenemos un regalo de Navidad
para usted –dijo cuando apareció el criado con un paquete grande y delgado,
envuelto en papel color marrón.