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28 jul 2022

Viajes, lecturas y amigos

«Nuestros viajes, al igual que nuestras lecturas y encuentros con nuestros semejantes, son unos medios de enriquecimiento que no podemos negarnos».

(YOURCENAR, Marguerite. Una vuelta por mi cárcel. Madrid: Alfaguara, 1993, p. 187).

22 dic 2020

El lobo y el perro

El hijo del hombre  (1964), de René Magritte 
«Un lobo flaco y hambriento encontró en un camino a un perro que estaba gordo y bien cuidado.
            - Dime –le interrogó–, ¿en qué consiste que siendo yo más fuerte y más valiente que tú, no encuentro que comer y casi me muero de hambre?
- Consiste –contestó el perro– en que sirvo a un amo que me cuida mucho, me da pan sin pedírselo, me guarda los huesos y mendrugos que sobran de las comidas, y no tengo más obligación que custodiar la casa.
- Mucha felicidad es ésta –contestó el lobo envidiándole su suerte.
- Pues mira –replicó el perro–, si tú quieres puedes disfrutar del mismo destino, viniendo a servir a mi amo y defendiendo la casa de los ladrones por la noche.
- Convengo en ello –dijo el lobo–, porque más cuenta me tiene vivir bajo techado y hartarme de comida sin tener nada qué hacer, que no andar por los bosques con lluvias y nieves.

19 dic 2018

Tu tesoro


«Posees solo aquello que no podrás perder en un naufragio».


(SHAH, Idries. El camino del sufí. Buenos Aires: Paidós, 1978, p. 74).

4 sept 2018

Algunos principios vitales


A garden (1869),  de Albert Joseph Moore
«Por mediocre que sea vuestra vida, hacedle frente y vividla; no la esquivéis ni la denostéis. No es tan mala como vosotros mismos. Parece tanto más pobre cuanto mayor es vuestra riqueza. El buscador de defectos los halla incluso en el paraíso. Amad vuestra vida, por pobre que sea. Es posible vivir unas horas amables, emocionantes y gloriosas hasta en un asilo. El sol que se pone se refleja con igual esplendor en las ventanas del hospicio que en las del rico, y la nieve se funde frente a ambas puertas, llegada la primavera. No veo por qué una mente serena no ha de poder hallar tanta satisfacción y gozar de pensamientos tan estimulantes allí como en un palacio. A menudo nos parece que son los pobres del pueblo quienes viven de la manera más independiente, quizá porque son lo suficientemente nobles para recibir sin escrúpulos. En su mayoría piensan que se hallan por encima de ser mantenidos por el pueblo; pero ocurre con frecuencia que no se sienten por encima de automantenerse por medios ilícitos, lo cual debiera ser menos decoroso. Cuidad la pobreza como una hierba, como salvia. No os intereséis demasiado por adquirir cosas nuevas, sea vestidos o amigos. Remozad los gastados; volved a los viejos. Las cosas no cambian; somos nosotros los que cambiamos. Vended vuestras ropas y conservad vuestras ideas».


(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 401).

2 abr 2018

La verdadera riqueza


Samarkanda, Uzbekistan
«No ha de extrañar que en sus expediciones Alejandro Magno llevara con él en un precioso cofre La Iliada. Una palabra escrita es la más selecta de las reliquias. Es algo a la vez más íntimo y universal para nosotros que cualquier otra obra de arte, pues es, entre ellas, la más próxima a la vida misma. Puede ser traducida a todos los labios humanos; no sólo puede ser representada sobre una tela, sino moldeada en el aliento mismo de la vida. [...] Los libros son la riqueza que atesora el mundo y adecuada herencia de pueblos y generaciones».


(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 133).

14 mar 2018

Liberación

«Todo cuanto atesores debes tenerlo en el hueco de tu mano como si fuera agua.
   Trata de apresarla y desaparecerá. Intenta apropiártela y te manchará.
   Déjala en libertad y será tuya para siempre».


(MELLO, Anthony de. La oración de la rana. Vol. 2. Santander: Sal Terrae, 1989, p. 105).

23 mar 2017

El Avaro y el Ángel de la Muerte


Concentrics rinds II  (1953),  de M.C. Escher
«Un avaro había acumulado, con grandes esfuerzos como mercader y prestamista, trescientos mil dinares. Tenía parcelas, edificios y toda clase de riquezas.
   Entonces decidió que pasaría un año gozando, viviendo confortablemente, para luego decidir cuál sería su futuro.
   Pero tan pronto dejó de acumular dinero, se le apareció el Ángel de la Muerte para quitarle la vida.
   El avaro trató por medio de todos los argumentos posibles disuadir al Ángel, quien, sin embargo, no transigía. Entonces el hombre dijo:
   “Dame tan sólo tres días y te daré una tercera parte de toda mi fortuna”.
   El Ángel no aceptó, y volvió a tirar de la vida del avaro para quitársela.