Tanto
si uno está enamorado como si no, atravesar
el Túnel del Amor,
ubicado a las afueras del pequeño pueblo ucraniano de Klevan, es un hechizo sin esfuerzo ni
protección.
Se trata de un sublime pasadizo perfectamente moldeado y que nació
de la interacción entre la naturaleza y el ser humano. La frondosa vegetación cubre esta antigua vía por donde todavía circulan los trenes con destino a una
fábrica de madera. Las ramas apenas permiten traslucir el
sol... no obstante, la tenue luz se vislumbra entre las hojas y ofrece más
misticismo a este enclave propio de un cuento de hadas.
Localmente es conocido
como “Тоннель любви” (“Túnel del Amor” en ruso), por la gran atracción que despierta
en las parejas de visitantes que se animan a cruzarlo.