La física de Einstein y la cuántica
se dieron la mano gracias a Paul Didac y a su vehemente convicción de que las
ecuaciones fundamentales del universo debían ser, por encima de todo, hermosas.
Su método científico se basó en asumir que la belleza de éstas residía en los
símbolos y en la lógica que los relacionaba.
Así en 1928, a la edad de 25 años,
mientras jugueteaba en busca de unas relaciones matemáticas, Didac formuló la
ecuación que describe el comportamiento del electrón y que más tarde utilizó
para predecir la existencia de la antimateria.
Dado que ésta es prácticamente la
mitad del material que contiene el universo tras el Big Bang, podemos decir que
la ecuación de Didac encierra la belleza de la mitad de la existencia.
Sin duda es una idea poética, pero
es que de entre todas las artes la poesía es la que más se asemeja a las matemáticas.