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23 abr 2023

Lectura y libertad

Lectura (1921), de Pablo Picasso
«En latín, el término que significaba ‘libro’ sonaba casi igual que el adjetivo que significaba ‘libre’, aunque las raíces indoeuropeas de ambos vocablos tenían orígenes distintos. Muchas lenguas romances, como el español, el francés, el italiano o el portugués han heredado el azar de esa semejanza fonética, que invita al juego de palabras, identificando la lectura y la libertad. Para los ilustrados de todas las épocas, son dos pasiones que siempre acaban por confluir».


(VALLEJO, Irene. El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo. 11ª ed. Madrid: Siruela, 2020, p. 277).

31 oct 2021

Filiación

Desnudo azul (1902), de Pablo Picasso
«En lo que soy, lo valioso se me dio como regalo. Logré otras cosas esforzándome, claro está, como cualquier hijo de vecino. Fui poniendo un pie delante de otro para recorrer largos trayectos, sucedieron encuentros que me transformaron, viví el paraíso de un cuerpo acogido por otro cuerpo, compartí el viático, dije y me desdije, trimaté la faena que no era capaz de rematar, escapé de asaltantes que a gusto me hubieran desposeído del saquito de sal. Pero al lugar esencial no tuve que llegar: si era accesible, es que ya estaba ahí.

Más que hijo de mis obras, soy hijo de lo que se me regaló y sobrino de lo que me fue encomendado. Y –siempre– mendigo de mi mejor saber».



(RIECHMANN, Jorge. Conversaciones entre alquimistas. 2ª ed. Barcelona: Tusquets, 2008, p. 25-27).

8 sept 2021

La lectura en la infancia


La lectura (1932),  de Pablo Picasso
«No hay quizás días de nuestra infancia que hayamos vivido tan plenamente como los que hemos creído pasar sin vivirlos, aquellos que hemos pasado con un libro preferido. ¿Quién no recuerda como yo esas lecturas hechas en tiempo de vacaciones, que íbamos a esconder sucesivamente en todas esas horas del día que eran bastante apacibles e inviolables para poder darles asilo? Por la mañana, al volver del parque, cuando todos se habían marchado a dar un paseo, yo me metía en el comedor, donde, hasta la hora todavía lejana de la comida, no entraría nadie más que la vieja Felicia, relativamente silenciosa, y donde no tendría por compañeros, muy respetuosos con la lectura, sino los platos pintados que estaban colgados en la pared, el calendario, cuya hoja del día anterior había sido arrancada recientemente, el reloj de péndulo y el fuego, que hablan sin pedir que se les conteste y cuyas dulces frases vacías de sentido no vienen como las de los hombres, a sustituir, con uno diferente, el de las palabras que leéis».


(RUSKIN, John. Sésamo y lirios: ensayos sociales. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1950, p. 9-10).

27 may 2020

Guerra de la calle, guerra del alma

Mujer escribiendo (1934),  de Pablo Picasso
   «Escribir, ¿tiene sentido? La pregunta me pesa en la mano.
   Se organizan aduanas de palabras, quemaderos de palabras, cementerios de palabras. Para que nos resignemos a vivir una vida que no es la nuestra, se nos obliga a aceptar como nuestra una memoria ajena. Realidad enmascarada, historia contada por los vencedores: quizás escribir no sea mas que una tentativa de poner a salvo, en el tiempo de la infamia, las voces que darán testimonio de que aquí estuvimos y así fuimos. Un modo de guardar para los que no conocemos todavía, como quería Espriu “el nombre de cada cosa”. Quien no sabe de dónde viene, ¿cómo puede averiguar adónde va?».


(GALEANO, Eduardo. Días y noches de amor y guerra. Madrid: Siglo XXI de España, 2015, p. 292).

29 nov 2019

Toda la vida

Los amantes (1923),  de Pablo Picasso
«El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, en su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.
–¿Y hasta cuando cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? –le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. El administrador no levantó la cabeza.
–Toda la vida–dijo».


(GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El amor en los tiempos del cólera. Barcelona: Círculo de Lectores, 1987, p. 355).

5 may 2019

El león y la hiena

El beso (1925) de Pablo Picasso
   «El león, símbolo de la valentía y la nobleza, vibra en los himnos, flamea en las banderas y custodia castillos y ciudades. La hiena, símbolo de la cobardía y la crueldad, no vibra, ni flamea, ni custodia nada. El león da nombre a reyes y plebeyos, pero no hay noticia de que ninguna persona se haya llamado o se llama Hiena.
   El león es un mamífero carnívoro de la familia de los félidos. El macho se dedica a rugir. Sus hembras se ocupan de cazar un venado, una cebra o algún otro bicho indefenso o distraído, mientras el macho espera. Cuando la comida está lista, el macho se sirve primero. De lo que sobra, comen las hembras. Y al final, si algo queda todavía, comen los cachorros. Si no queda nada, se joden.
   La hiena, mamífero carnívoro de la familia de los hiénidos, tiene otras costumbres. Es el caballero quien trae la comida; y él come último, después que se han servido los niños y las damas.
   Para elogiar, decimos: Es un león. Para insultar: Es una hiena. La hiena se ríe. Por qué será».


(GALEANO, Eduardo.  Bocas del tiempo. Madrid: Siglo XXI de España, 2004, p. 315).

10 oct 2018

Latido y fervor


Dos mujeres leyendo (1934),  de Pablo Picasso
Dos personas besándose en un libro.
una sufrida mejilla
helada en el agujero del ardor
Dos mujeres intuyen el espasmo
amparadas por el anonimato de las páginas.
Tormenta de latidos.
Tan solo dos párrafos para ilustrar
el intenso fervor.


Andrea Nunes Brións

16 abr 2017

Don Quijote


Lectura (1932),  de Pablo Picasso
«Marco Polo había dictado su libro de las maravillas en la cárcel de Génova.
   Exactamente tres siglos después, Miguel de Cervantes, preso por deudas, engendró a don Quijote de la Mancha en la cárcel de Sevilla.
   Y ésa fue otra aventura de la libertad, nacida en prisión.
   Metido en su armadura de latón, montado en su rocín hambriento, don Quijote parecía destinado al perpetuo ridículo. Este loquito se creía personaje de novela de caballería y creía que las novelas de caballería era libros de historia.
   Pero los lectores, que desde hace siglos nos reímos de él, nos reímos con él. Una escoba es un caballo para el niño que juega, mientras el juego dura, y mientras dura la lectura compartimos las estrafalarias desventuras de don Quijote y las hacemos nuestras. Tan nuestras las hacemos que convertimos en héroe al antihéroe, y hasta le atribuimos lo que no es suyo. Ladran, Sancho, señal que cabalgamos es la frase que los políticos citan con más frecuencia. Don Quijote jamás la dijo.

14 feb 2017

Flores y puñales


Venus y Cupido (1905),  de Pablo Picasso
Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.

Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.

Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,
sin que ninguno comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.

(CERNUDA, Luis. La realidad y el deseo. Madrid: Castalia, 1982, p. 151-152).