Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
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15 dic 2022
15 mar 2022
24 oct 2019
Anatomía de un universo llamado Biblioteca
«El universo
(que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez
infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio,
cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono, se ven los pisos
inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es
invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos
los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un
bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que
desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas.
4 jul 2017
Mi credo
«De vez en cuando el poeta, y
seguramente muchos otros hombres, sienten la necesidad de olvidar durante un
rato las simplificaciones, sistemas, abstracciones y otras mentiras totales o
parciales y contemplar el mundo tal como realmente es, es decir, no como un
sistema de conceptos muy complicado, pero en definitiva descifrable y
comprensible, sino como la selva virgen de misterios sobrecogedores, siempre
nuevos y totalmente incomprensibles que es en realidad».
(HESSE, Herman. Mi credo. Barcelona: Bruguera, 1976, p. 169).
27 jul 2016
Meditación creadora
«Cuando abro mis ojos hacia el mundo externo, me siento como una gota en el mar, pero cuando cierro mis ojos y miro dentro, veo a todo el universo como una burbuja en el océano de mi corazón».
(ANAGARIKA GOVINDA, Lama. Meditación creadora y consciencia multidimensional. Buenos Aires: Kier,
1987, p. 68).
13 ene 2014
La pregunta y su respuesta
«Tras una calma noche de invierno me desperté con la
sensación de que mientras dormía me había sido formulada una pregunta a la que
yo había tratado en vano de responder en medio de mi sueño. ¿Cómo, cuándo,
dónde? Pero surgió con el amanecer la Naturaleza, en la que viven todas las
criaturas, atisbando por mi ventana con rostro satisfecho y sin pregunta alguna
en sus labios. Desperté, pues, a una cuestión ya resuelta, a la Naturaleza y a
la luz del día. La nieve, salpicada de agujas de pino, que yacía pesadamente
sobre la tierra y hasta la misma ladera
sobre la que se asienta mi cabaña parecía decir: ¡Adelante! La Naturaleza no
hace preguntas ni responde a ninguna de las que formulamos los mortales.