14 dic 2011

Adoraba las peras y las apuestas

«Habiendo leído en los periódicos todo aquello, el famoso Sidney Hall, detective americano, se hundió en sus pensamientos y tomó la decisión de intentar él mismo ver sí conseguía atrapar al mago. Se disfrazó, pues, de millonario, se metió un revólver en el bolsillo y marchó a Europa.
   Cuando llegó aquí, se presentó de inmediato al jefe superior de policía. Éste le expuso todos los aspectos del asunto, cómo habían perseguido al mago y terminó con estas palabras:
   – En consecuencia, ahora es del todo imposible llevar a ese malvado ante la justicia.
Sidney Hall sonrió:
   – Antes de cuarenta días se lo traeré detenido.
   – Imposible –exclamó el jefe superior de policía.
   – Apostemos una cesta de peras –respondió Sidney Hall. Y es que Sidney Hall adoraba las peras e igualmente adoraba las apuestas».


(ČAPEK, Karel. Nueve cuentos y uno de propina de Josef Čapek. Madrid: Siruela, 2003, p. 35).



   ¿Cómo saben los duendes carteros el valor de las cartas con las que juegan sus partidas? ¿Por qué cada día el gato Jura se escapa del palacio y Vasek tiene que llevarlo de nuevo? ¿Quién enseñó a volar a los pájaros? ¿Conseguirá el detective Sidney Hall ganar la apuesta?...

   Éstos y otros interrogantes podrás descifrarlos leyendo estos Nueve cuentos, en los que Karel Čapek –pronúnciese Chapek- combina humor y fantasía con una trascendente percepción del sentir humano. La acción de la mayoría de las narraciones se desenvuelve en pueblos y ciudades checos y sus protagonistas no son príncipes azules ni seres fantásticos, sino animales y personas que expresan valores esenciales como la honestidad y la amistad. Čapek no se limita a escribir simplemente unos cuentos más o menos divertidos para los niños; detrás de cada relato se esconde un guiño al lector adulto y una sátira amable del mundo de hoy. Su vivaz lenguaje y elocuente imaginación los hacen idóneos para ser leídos en voz alta en la hora del cuentacuentos.

   Čapek (1890-1938) es uno de los escritores checos más destacados del siglo XX. Hijo de un médico rural, estudió filosofía en Praga, Berlín y París. Novelista, dramaturgo, dibujante, periodista, filósofo y traductor, alcanzó gran popularidad en el periodo de entreguerras, cuando la antigua Checoslovaquia se hizo independiente.

   De sus obras, los dramas R.U.R. (sigla de Rossum’s Universals Robots) -en la que acuñó la palabra ‘robot’, hoy universalmente admitida- y El juego de los insectos cosecharon un contundente éxito y le valieron el reconocimiento internacional. Sus tramas alertan sobre los peligros que acechan a una sociedad mecanizada, obsesionada por la producción y el consumo.

   Entre sus novelas, cabe destacar La fábrica de absoluto, Krakatit y  La guerra de las salamandras. Repletas de ingenio y humor (ese socarrón humor que caracteriza a los checos) son un fiel reflejo de las inquietudes que le provocaron los acontecimientos históricos que le tocó vivir -la Primera Guerra Mundial y la amenaza nazi- y el pujante desarrollo tecnológico al servicio de la explotación y el exterminio.
   
   Cultivó con gran maestría los cuentos, como este libro que aquí os presento y Apócrifos en donde nos ofrece una mirada irónica y desendiosada de algunos personajes históricos como Atila, Jesús de Nazareth, Don Juan, Hamlet y Napoleón.

   En dos ocasiones obtuvo el Premio Nacional de Literatura de su país: en 1934 con la novela Meteoro y en 1937 con Enfermedad Blanca.


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