Sí,
es cierto que las primaveras te necesitaban. Algunas estrellas
requirieron
que tú las contemplases. Una ola
se
alzó hasta ti desde el pasado, o cuando
pasando
por delante de una ventana abierta
las
notas de un violín se te entregaron. Todo eso era una orden.
Pero,
¿pudiste cumplirla? ¿No estabas siempre
distraído,
a la espera, como si todo te anunciara
una
amante? (¿Dónde podrías esconderla
si los grandes y extraños pensamientos entran y
salen de ti
y a menudo se quedan por la
noche?)