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26 feb 2020

Brindis peregrino

Idas y venidas  (1887), de Paul Gauguin
Aquí venga el caminante,
al aire de su destino.
Detenga el paso un instante,
que para andar el camino
tiene tiempo por delante.
  


(CRÉMER, Victoriano. La escondida senda. Valladolid: Consejería de Cultura y Turismo, 1993, p. 109).

10 feb 2020

Gloria, fortuna o ambición


Cupido (1905),  de Edvard Munch
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube de luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería al fin aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

26 ene 2020

Invierno

La nieve cruje como pan caliente
y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos,

y yo pienso en el pan y las miradas
mientras camino sobre la nieve.

Hoy es domingo y me parece
que la mañana no está únicamente sobre la tierra
sino que ha entrado suavemente en mi vida.

14 oct 2019

El viento y el alma

Miranda  (1916),  de John William Waterhouse
Con tal vehemencia el viento
Viene del mar, que sus sones
Elementales contagian
El silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas
Insistente en los cristales
Tocar, llorando y llamando
Como perdido sin nadie.

Mas no es él quien era desvelo
Te tiene, sino otra fuerza
De que tu cuerpo es hoy cárcel,
Fue viento libre, y recuerda.

           
(CERNUDA, Luis. Música cautiva: (antología poética). Sevilla: Ayuntamiento : Diputación : Fundación El Monte, 2002, p. 160-161).

30 sept 2019

Y aquí está el otoño...

Paisaje de otoño (1885),  de Vincent van Gogh
El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre.



Ángel González


1 sept 2019

Blues de las preguntas

Pygmalion and Galatea (1890), de Jean-Léon Gérôme
Hace tiempo que estoy entristecido
porque mis palabras no entran en tu corazón.
Muchos días estoy entristecido
porque tu silencio entra en mi corazón.

Hay veces que estoy triste a tu lado
porque tú sólo me amas con amor.
Muchos días estoy triste a tu lado
Porque tú no me amas con amistad.

Todos los hombres aman mucho la libertad.
¿Sabes tú lo que es vivir ante una puerta cerrada?
Yo amo la libertad y te amo a ti.
¿Sabes tú lo que es vivir ante un rostro cerrado?

(GAMONEDA, Antonio. Blues castellano. Barcelona: Plaza & Janés, 1999, p. 40).

13 may 2019

La claridad


[...]
Demasiada belleza, demasiada
para que en el dolor de estar ausente
la claridad no cese y nunca vaya
mudada hasta cesar del todo y muera
abandonando el fruto de la tarde
en unas manos nuevas sobre el mundo.
¿Hasta cuándo esa frágil voladura
 de perderse y morir? ¿En qué retina
volverá a ser la luz más infinita
que en esta perdición sobre los ojos
que ahora escapan sin más a otra ladera?
¿Es esta claridad siempre la misma
cuando nos llena el alma hasta colmarla
de una plena pasión de luz sin forma?

7 abr 2019

La biblioteca


   «Cuántos libros. Hileras de libros, galerías de libros, perspectivas de libros en este vasto cementerio del pensamiento, donde ya todo es igual, y que el pensamiento muera no importa. Porque también mueren los libros, aunque nadie parezca apercibirse del olor (quizá abunda por aquí literatura francesa, con sus modas que sólo contienen muerte) exhalado por tantos volúmenes corrompiéndose lentamente en sus nichos. ¿Era esto lo que ellos, sus autores, esperaban?
   Ahí está la inmortalidad para después, en la cual se han resuelto horas amargas que fueron vida, y la soledad de entonces es idéntica a la de ahora: nada y nadie. Mas un libro debe ser cosa viva, y su lectura revelación maravillada tras la cual quien leyó ya no es el mismo, o lo es más de como antes lo era.

1 mar 2019

Amor

Amor (1851), de William-Adolphe Bouguereau
Mi manera de amarte es sencilla:

te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.

Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.

Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.


(GAMONEDA, Antonio. Blues castellano. Barcelona: Plaza & Janés, 1999, p. 50).

25 ene 2019

La Historia de España es poesía


   «La poesía española es tal vez lo que más en pie ha quedado de nuestra literatura, cosa que no nos ha sorprendido, porque su línea initerrumpida desde Juan Ramón Jiménez es lo más revelador, la manifestación más transparente del hondo suceso de España, y si algún día alguien quisiera averiguar la profunda gestación de nuestra historia más última, tal vez tenga que acudir a esta poesía como a aquel en que más cristalinamente se aparece. Lo que estaba aconteciendo entre nosotros era de tal manera grave, que huía cuando se pretendía apresarlo y aparecía, en cambio, en casi toda su plenitud cuando el hombre creía estar solo, entregado a sus más íntimos y recónditos afanes.

12 dic 2018

Presencias

Cuando yo caigo sobre una silla
y mi cabeza roza la muerte;
cuando cojo con mis manos la tiniebla
de las cazuelas, o cuando contemplo
los documentos representativos
de la tristeza, es
la amistad quien me sostiene.

(GAMONEDA, Antonio. Blues castellano. Barcelona: Plaza & Janés, 1999, p. 62).

22 nov 2018

Pregón de fiestas



Otoño en Murnau (1908), de Wassily Kandinsky
La difícil tarea de estar vivos es semejante al ruido que las ramas
hacen en cada otoño,
cuando
amenazan doradas que va siendo
ya el tiempo de caer,
y se atusan el cuerpo con un débil
coraje, y se demoran
largamente en su herida,
poseídas por el oro germinal
de los últimos frutos.
Entonces vuelve la memoria,
la tensa luz que gime por la altura,
el origen del viento que derrama
a su paso a quien queda
pendiente de ese hilo ya aferrado
a la condena del invierno.

19 oct 2018

Esparcimiento

“…Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento…”

Juan Ramón Jiménez

12 jul 2018

Antonio Machado


Antonio Machado (1925),  de Leandro Oroz
«Mi Marinero en tierra continuaba en Segovia. No recibiría pruebas hasta fines de verano. Andaba ya en vísperas de viaje. En el automovilillo de mi hermano recorrería Castilla la Vieja. Agustín, buen chófer, y yo seríamos sus únicos ocupantes. Mientras, no teniendo nada que hacer, me dedicaba a pasear, sin rumbo fijo, con un libro de versos, siempre agradable de leer bajo el amparo de los árboles.
            Subía yo una mañana por la calle del Cisne, cuando por la acera contraria vi que descendía, lenta, ensimismada, una sombra de hombre que, aunque muy envejecida, identiqué sin vacilar con la del retrato de un Machado más joven aparecido al frente de sus poesías –edición de la Residencia–, conservada por mí con mucho cariño. Era él, su sombra, no me cabía duda, su sombra triste, declinada como con pasos de sonámbula, de alma sumida en sí, ausente, fuera del mundo de la calle.

16 abr 2018

Como los erizos


Los amantes  (1928), de René Magritte
«Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.
   ¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis [...]».


(CERNUDA, Luis. La realidad y el deseo. Madrid: Castalia, 1982, p. 167).

12 ene 2018

Mi corazón no puede más de triste


Sra. Kupka entre verticales (1910-1911),  
de František Kupka
Mi corazón no puede con la carga
de su amorosa y lóbrega tormenta,
y hasta mi lengua eleva la sangrienta
especie clamorosa que lo embarga.

Ya es corazón mi lengua lenta y larga,
mi corazón ya es lengua larga y lenta...
¿Quieres contar sus penas? Anda y cuenta
los dulces granos de la arena amarga.

Mi corazón no puede más de triste:
con el flotante espectro de un ahogado
vuela en la sangre y se hunde sin apoyo.

Y ayer, dentro del tuyo, me escribiste
que de nostalgia tienes inclinado
medio cuerpo hacia mí, medio hacia el hoyo.


(HERNÁNDEZ, Miguel. El rayo que no cesa. 9ª ed. Madrid: Espasa-Calpe, 1978, p. 39-40).