30 oct 2016

No es nada, es un suspiro

El beso (1969), de Pablo Picasso
El beso (1969), de Pablo Picasso.
No es nada, es un suspiro,
Pero nunca sació nadie esa nada
Ni nadie supo nunca de qué alta roca nace.

Ni puedes tú saberlo, tú que eres
Nuestro afán, nuestro amor,
Nuestra angustia de hombres;
Palabra que creamos
En horas de dolor solitario.

24 oct 2016

Las puertas del laberinto



Mezquita Vakil (Irán)
«La memoria es un laberinto cuyas puertas se abren cuando el destino lo encuentra apropiado».


(ÁLVAREZ, Blanca.  El puente de los cerezos. 3ª ed. Madrid: Anaya, 2006, p.75).

15 oct 2016

Surcos


El paseo, cayendo hojas  (1889),  de Vincent van Gogh
¿De qué lado has visto llegar
el otoño? ¿Por qué ventana
lo has dejado entrar? ¿Eres tú quien
canta en sordina, o la luz
espesa de sus hojas?
¿En qué río te desvistes para soñar?
¿Es conmigo con quien vuelves
a tener quince años y corres
contra el viento hasta perderte
en la curva de la carretera?
¿A quién das la mano y confías
un secreto? Cuéntame,
cuéntame, para que pueda habitar
uno a uno mis días.


(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 79).

8 oct 2016

Libertad con dignidad


Belleza abstracta (5),  de Li-Shu Chen
«Ni la liberación nacional ni la revolución social son categorías lo suficientemente amplias como para caracterizar los objetivos de la acción de Gandhi. No le importaban como objetivo básico, ni la creación de la nación india ni la abolición de la pobreza. En realidad, se oponía al nacionalismo en su acepción más estrecha, porque necesitaba que sus compatriotas comprendieran que al asumir enteramente su condición de ciudadanos indios asumían también la de ciudadanos del mundo, desligados de lealtades exclusivistas de raza, credo o clase.

28 sept 2016

La pequeña muerte


Cupido, Venus y las pasiones del amor,  
de Agnolo Bronzino
«No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces del dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es un alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace».


(GALEANO, Eduardo.  Mujeres. Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 20).