Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
22 may 2013
15 may 2013
Flor desde tu ausencia...
una
apetencia por tu compañía
y
una dolencia de melancolía
por
la ausencia del aire de tu viento.
Paciencia
necesita mi tormento,
urgencia
de tu garza galanía,
tu
clemencia solar mi helado día,
tu
asistencia la herida en que lo cuento.
¡Ay
querencia, dolencia y apetencia!:
sus
sustanciales besos, mi sustento,
me
faltan y me muero sobre mayo.
Quiero
que vengas, flor desde tu ausencia,
a
serenar la sien del pensamiento
que
desahoga en mí su eterno rayo.
(HERNÁNDEZ, Miguel. El rayo que no cesa. 9ª ed. Madrid:
Espasa-Calpe, 1978 , p. 37-38).
9 may 2013
Tratarse
«Es
maravilloso el proceso de ir descubriendo cómo nos hacemos amigos de una
persona. Luego, cuando pasa el tiempo, se recuerdan los momentos iniciales y
cómo se fue produciendo aquel chispazo. El campo atractivo de la amistad forma
una telaraña compleja en la que se cruzan y entremezclan, entran y salen, suben
y bajan sentimientos, aspiraciones, deseos e ilusiones. Todo ello va a dar
lugar a una tupida red de significados en la que el vaivén de los movimientos
va a estar a la orden del día.
1 may 2013
El camino hacia la esencia de la vida
«Fui a los bosques porque quería vivir con
un propósito; para hacer frente sólo a los hechos esenciales de la vida, por
ver si era capaz de aprender lo que aquélla tuviera por enseñar, y no por
descubrir, cuando llegase mi hora, que no había siquiera vivido. No deseaba
vivir lo que no es vida, ¡es tan caro el vivir!, ni practicar la resignación, a
menos que fuera absolutamente necesario.
25 abr 2013
Escrutinio libresco
Vrindaban (1965), de Octavio Paz
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–No –dijo la sobrina–; no hay qué perdonar a
ninguno porque todos han sido los dañadores; mejor será arrojadlos por las
ventanas al patio y hacer un rimero dellos, y pegarles fuego; y si no,
llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo.
23 abr 2013
22 abr 2013
14 abr 2013
A las tres de la tarde de aquel 14 de abril
«El tranvía bajaba desde el Hipódromo bordeando el río de asfalto a la
una de la tarde. Apenas algunas personas caminaban con el paso del que va a
cumplir un encargo en silencio; no había grupos en los andenes y los cafés de
Recoletos y la calle de Alcalá aparecían desiertos; el asfalto como un espejo
reflejaba un cielo claro de primavera [...]. Siguió así el ambiente de la
ciudad todo ese mediodía. Mas, a la una de la tarde la ciudad salió de su
retiro; ya la calle de Alcalá iba llenándose de gentes que se juntaban en
pequeños grupos, iban y volvían, revoloteaban, miraban a un lado y a otro, a
ver si alguien llegaba, o si hacía su aparición.
8 abr 2013
Las aguas de abril
¡Abril
las aguas mil las aguas llueve!
Fiel
de un reflejo intemporal, el agua
Cruzó
en la luz de un cielo sin espacio;
Entró
en Abril de Abriles mil desnuda,
y al
cielo limpio, Abril los cielos mil,
sus
lunas va clavando en altas noches
que,
en nubes mil, el cielo le devuelve
deshecho
en flor –en nubes mil– de lluvia.
3 abr 2013
Amigo y enemigo
«Recuerdo
los primeros libros, pocos, que compré cuando era estudiante. Los coloqué en
una pequeña repisa y todos los días me acercaba a mirarlos con ilusión. Me
sentía orgulloso de poseer mis propios libros. Paulatinamente la repisa se fue
llenando de volúmenes y tuve que comprar un pequeño mueble librería. Pronto
fueron dos, después tres, finalmente diez. A pesar de ello, ideé un sistema que
me permitía encontrar cualquier libro con los ojos cerrados. Más tarde me vi
obligado a deshacerme de los muebles librería y a instalar un montón de
estanterías que ocupaban tres de las cuatro paredes de mi estudio. Tuve que
cambiar el sistema, y desde entonces pierdo a menudo horas enteras buscando un
libro que sé con certeza que poseo. O está mal colocado, o (y esto es lo más
frecuente) alguien me lo ha robado.