«Es
maravilloso el proceso de ir descubriendo cómo nos hacemos amigos de una
persona. Luego, cuando pasa el tiempo, se recuerdan los momentos iniciales y
cómo se fue produciendo aquel chispazo. El campo atractivo de la amistad forma
una telaraña compleja en la que se cruzan y entremezclan, entran y salen, suben
y bajan sentimientos, aspiraciones, deseos e ilusiones. Todo ello va a dar
lugar a una tupida red de significados en la que el vaivén de los movimientos
va a estar a la orden del día. Nos damos cuenta de cómo se va desarrollando ese
arranque positivo, el cual necesita, si se desea consolidarlo, proximidad,
cercanía, diálogo, conversación, intercambio de pareceres... En una palabra: tratarse.
Y tratarse es intimar, buscarse, llamarse, quedar, tener una progresiva
necesidad de ver a la otra persona».
(ROJAS, Enrique. Amistad: adiós a la soledad. Madrid:
Temas de hoy, 2009, p. 28).
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