«El tranvía bajaba desde el Hipódromo bordeando el río de asfalto a la
una de la tarde. Apenas algunas personas caminaban con el paso del que va a
cumplir un encargo en silencio; no había grupos en los andenes y los cafés de
Recoletos y la calle de Alcalá aparecían desiertos; el asfalto como un espejo
reflejaba un cielo claro de primavera [...]. Siguió así el ambiente de la
ciudad todo ese mediodía. Mas, a la una de la tarde la ciudad salió de su
retiro; ya la calle de Alcalá iba llenándose de gentes que se juntaban en
pequeños grupos, iban y volvían, revoloteaban, miraban a un lado y a otro, a
ver si alguien llegaba, o si hacía su aparición.
Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
14 abr 2013
8 abr 2013
Las aguas de abril
¡Abril
las aguas mil las aguas llueve!
Fiel
de un reflejo intemporal, el agua
Cruzó
en la luz de un cielo sin espacio;
Entró
en Abril de Abriles mil desnuda,
y al
cielo limpio, Abril los cielos mil,
sus
lunas va clavando en altas noches
que,
en nubes mil, el cielo le devuelve
deshecho
en flor –en nubes mil– de lluvia.
3 abr 2013
Amigo y enemigo
«Recuerdo
los primeros libros, pocos, que compré cuando era estudiante. Los coloqué en
una pequeña repisa y todos los días me acercaba a mirarlos con ilusión. Me
sentía orgulloso de poseer mis propios libros. Paulatinamente la repisa se fue
llenando de volúmenes y tuve que comprar un pequeño mueble librería. Pronto
fueron dos, después tres, finalmente diez. A pesar de ello, ideé un sistema que
me permitía encontrar cualquier libro con los ojos cerrados. Más tarde me vi
obligado a deshacerme de los muebles librería y a instalar un montón de
estanterías que ocupaban tres de las cuatro paredes de mi estudio. Tuve que
cambiar el sistema, y desde entonces pierdo a menudo horas enteras buscando un
libro que sé con certeza que poseo. O está mal colocado, o (y esto es lo más
frecuente) alguien me lo ha robado.
30 mar 2013
El pequeño seísmo
Lirios (1889), de Vincent van Gogh
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Ocurre un pequeño seísmo
cuando dices mi nombre.
Me elevas a la altura de tu boca
lentamente
para no deshojarme.
Tiemblo como si tuviera
quince años y toda la tierra
fuera leve.
¡Oh, inefable primavera!
(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 29).
25 mar 2013
21 mar 2013
El origen de la primera palabra de un verso
Artes, Poesía (1898), de Alfons Mucha
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18 mar 2013
La indulgencia de Dios
Marguerite (1918), de Guy Rose
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14 mar 2013
9 mar 2013
El mirlo
Alcanzando la primavera, de Li-Shu Chen
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«Marzo
anochece gris entre los olmos desnudos, aunque sobre la hierba, donde el
asfodelo y el jacinto ya apuntan en sus tallos, están abiertas las corolas del
azafrán, encendidas de color lo mismo que una mejilla fresca contra este aire
punzante. Cerca, desde tal cima sin hoja o cual alero, echándose penas a la
espalda, silba sentido e irónico algún mirlo.
Tiene su cantar ahora la misma ligereza sin
cansancio ni sombra que tuvo a la mañana, y al recogerse tras de la jornada
volandera calla en su garganta la misma voz alegre de su despertar. Para él la
luz del poniente es idéntica a la del oriente, su sosiego de plumas tibias
ovilladas en el nido, idéntico a su vuelo de cruz loca por el aire, donde halla
materia de tantas coplas silbadas.