«El cielo es protector,
ostenta fielmente esa misión que, desde el despertar de los tiempos, Dios le
concedió... ¿Por qué tendríamos que dudar de que él nos desampararía? Sin
embargo, siendo seres mortales, tememos tal desventura y nos apegamos a la Tierra.
Entre ambos mundos, ahí, en esa frontera inquebrantable, soñamos y padecemos,
amamos y morimos. Y en este tirar y aflojar del latir del corazón, él, el
corazón, arropado por el miedo a la pérdida, empuja hacia abajo, hacia los
ínferos, donde la luz logra apaciguarle tal sufrimiento. ¿No será que la Tierra
fue creada redonda para no poder vislumbrar el final del camino?...».
J. Valdštejn