Cuando
llegue a estar vacío
cerraré la puerta y
arrojaré
la
llave;
sí,
habría
que arrojarse fuera
como una ofrenda sin
retorno,
como
un regalo que nadie acoja.
(MUJICA, Hugo. Y siempre después
del viento. Madrid: Visor, 2011, p. 50).
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