De noche, bajo el puente de Carlos, en Praga.
V noci, pod Karlovým mostem, v Praze.
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–Llegas tarde –susurró ella–. Me acosté a
esperarte. Me has dejado esperar tanto tiempo.
–Siempre
he estado aquí –le respondió él. Estaba
tumbado y contemplaba la noche a través de la ventana y veía pasar las nubes y
oía el susurro de las copas de los árboles. Estaba cansado de las
preocupaciones y del ruido del día, y creía que los ojos se me cerrarían, tan
cansado estaba. Y finalmente llegaste tú.
–¿Llegué? ¿Es cierto que estoy contigo?
–preguntó ella –. ¿Pero cómo he llegado hasta aquí? No conozco el camino, nunca
lo había recorrido antes. ¿Quién me ha traído hasta aquí? ¿Quién me conduce
noche tras noche hasta ti?
–Estás conmigo y te tengo en mis brazos, eso
es lo único que sé –dijo el emperador.
–Entonces posiblemente... –susurró ella – he
caminado por las calles y subido las escaleras sin conocimiento, y las personas
con las que me cruzaba me miraban extrañadas, pero nadie se me acercó, nadie me
detuvo. El portón se abrió, las puertas cedieron y ahora estoy contigo. No está
bien, no debería hacerlo. ¿Oyes el murmullo del río?».
(PERUTZ, Leo. De
noche, bajo el puente de piedra. Barcelona: Muchnik, 1991,
p. 95-96).
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