Los amantes podrían, si lo
comprendiesen,
decirse maravillas en el aire
nocturno. Pues parece
que todo nos esconde. Mira, los
árboles son, las casas
que habitamos existen todavía.
Sólo nosotros pasamos
por delante de todo como un aire
que cambia.
Y todo coincide en silenciarnos,
en parte por vergüenza,
en parte, quizá, por una esperanza inexpresable.