Desnudo azul (1902), de Pablo Picasso |
«En lo
que soy, lo valioso se me dio como regalo. Logré otras cosas esforzándome,
claro está, como cualquier hijo de vecino. Fui poniendo un pie delante de otro
para recorrer largos trayectos, sucedieron encuentros que me transformaron,
viví el paraíso de un cuerpo acogido por otro cuerpo, compartí el viático, dije
y me desdije, trimaté la faena que no era capaz de rematar, escapé de
asaltantes que a gusto me hubieran desposeído del saquito de sal. Pero al lugar
esencial no tuve que llegar: si era accesible, es que ya estaba ahí.
Más que hijo de mis obras, soy hijo de lo que se me regaló y sobrino de lo que me fue encomendado. Y –siempre– mendigo de mi mejor saber».
(RIECHMANN, Jorge. Conversaciones
entre alquimistas. 2ª ed. Barcelona: Tusquets,
2008, p. 25-27).
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