Ojo en el ojo (1894), de Edvard Munch
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«Un
personaje delirante de Sade creía que el universo entero, de los astros a los
hombres, estaba compuesto de “moléculas malévolas”. Absurdo: ni las estrellas
ni los átomos, ni las plantas ni los animales, conocen el mal. El universo es
inocente, incluso cuando sepulta un continente o incendia una galaxia. El mal
es humano, exclusivamente humano. Pero no todo es maldad en el hombre. El nido
del mal está en la conciencia, en su libertad. En ella está también el remedio,
la respuesta contra el mal. Ésta es la única lección que yo puedo deducir de
este largo y sinuoso itinerario: luchar contra el mal es luchar contra nosotros
mismos. Y ése es el sentido de la historia».
(PAZ, Octavio. Itinerario. 1ª ed.,
3ª reimp. México: Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 140).
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