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Vana cortesía (1900),
de Lawrence Alma-Tadema
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«En algún lecho del golfo de Corinto, una
mujer contempla, a la luz del fuego, el perfil de su amante dormido.
En la pared, se refleja la sombra.
El amante, que yace a su lado, se irá. Al
amanecer se irá a la guerra, se irá a la muerte. Y también la sombra, su
compañera de viaje, se irá con él y con él morirá.
Es noche todavía. La mujer recoge un tizón
entre las brasas y dibuja, en la pared, el contorno de la sombra.
Esos trazos no se irán.
No la abrazarán, y ella lo sabe. Pero no se
irán».
(GALEANO, Eduardo. Espejos
: una historia casi universal. México: Siglo XXI, 2008,
p. 47).