Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
30 dic 2016
23 dic 2016
20 dic 2016
16 dic 2016
10 dic 2016
Los derechos humanos
Vacío de miradas, de Li-Shu Chen
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«La extorsión
el
insulto,
la
amenaza,
el
coscorrón,
la
bofetada,
la
paliza,
el
azote,
el
cuarto oscuro,
la
ducha helada,
el
ayuno obligatorio,
la
comida obligatoria,
la
prohibición de salir,
la
prohibición de decir lo que se piensa,
la
prohibición de hacer lo que se siente
y la
humillación pública
son
algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de
familia.
4 dic 2016
Una princesa en Berlín
Boring dolls (c.a. 1929), de Jeanne Mammen
|
«Yo ya estaba en pie y me dirigía hacia la
puerta.
–Barón Von Waldstein...
También él se puso de pie y tiró del cordón
de la campanilla.
–Será mejor que me marche, señor.
–Sí, pero no del todo solo.
Un momento, por favor. –Me tomó con fuerza del codo.
El mismo criado apareció en
la puerta. Su expresión cambió un poco cuando vio mi cara.
–Traiga el paquete para el
señor Ellis. Creo que lo pusieron en el cuarto ropero...
El sirviente desapareció otra
vez y el barón, todavía con la mano en mi codo, me guió suavemente fuera de la
habitación, por el salón y hacia el árbol de Navidad, punto exacto donde, un
año atrás, me había regalado la botella con el velero dentro. ¿Dónde había
dejado yo aquella botella?
–Tenemos un regalo de Navidad
para usted –dijo cuando apareció el criado con un paquete grande y delgado,
envuelto en papel color marrón.
29 nov 2016
La voz de la lluvia
¿Y quién eres
tú?, le dije al aguacero que caía suavemente,
Y, cosa
extraña, me dio la respuesta que así traduzco:
Soy el Poema
de la Tierra, dijo la voz de la lluvia,
Eternamente me
elevo impalpable desde la tierra y desde el
mar sin fondo.
23 nov 2016
Diálogo en el bosque
cerca de
mí, perdido en las miradas?
Los ojos
me dolían de esperar.
Pasaste.
Si
apareciendo entonces
me
hubieras revelado
el país
verdadero en que habitabas.
Pero
pasaste
como un
Dios destruido.
Sola,
después, de lo negro surgía
tu mirada.
(GIL DE BIEDMA,
Jaime. Las personas del verbo.Palencia:
Cálamo, 2009, p. 38).
18 nov 2016
La intimidad de la lectura
«Si
pensamos en la parte de las grandes lecturas que debemos a la Escuela, a la
Crítica, a todas las formas de publicidad, o, por el contrario, al amigo, al
amante, al compañero de clase, o a veces incluso a la familia –cuando no coloca los
libros en el estante de la educación–, el resultado es claro: las cosas más
hermosas que hemos leído se las debemos casi siempre a un ser querido. Y a un
ser querido será el primero a quien hablemos de ellas. Quizá, justamente,
porque lo típico del sentimiento, al igual que del deseo de leer, consiste en
preferir. Amar, a fin de cuentas, es regalar nuestras preferencias a los que
preferimos. Y estos repartos pueblan la invisible ciudadela de nuestra
libertad. Estamos habitamos por libros y por amigos».
(PENNAC,
Daniel. Como una novela. 8ª ed.
Barcelona: Anagrama, 2001, p. 84).
15 nov 2016
10 nov 2016
Ser persona
«¿Seguirá siendo utópico pensar que algún día la
sociedad tendrá una conformación, una estructura análoga a la de persona
humana? Que se logrará, por fin, un régimen que se comporte como una persona en
su integridad. Requisito indispensable de ello es el que aparezca la imagen de
la persona humana, de que se tenga conciencia de ella, pues se trata de una
realidad tal que necesita ser pensada y querida, sostenida por la voluntad para
lograrse. Para ser persona hay que querer serlo, si no se es solamente en
potencia, en posibilidad. Y al querer serlo se descubre que es necesario un
continuo ejercicio, un entrenamiento».
(ZAMBRANO, María. Persona y democracia. 2ª ed. Madrid:
Siruela, 2004, p. 192).
3 nov 2016
La memoria de las palabras
La forma del azul, de František Kupka
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30 oct 2016
No es nada, es un suspiro
27 oct 2016
24 oct 2016
Las puertas del laberinto
18 oct 2016
15 oct 2016
Surcos
El paseo, cayendo hojas (1889), de Vincent van Gogh
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¿De qué lado has visto llegar
el otoño? ¿Por qué ventana
lo has dejado entrar? ¿Eres tú quien
canta en sordina, o la luz
espesa de sus hojas?
¿En qué río te desvistes para soñar?
¿Es conmigo con quien vuelves
a tener quince años y corres
contra el viento hasta perderte
en la curva de la carretera?
¿A quién das la mano y confías
un secreto? Cuéntame,
cuéntame, para que pueda habitar
uno a uno mis días.
(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 79).