Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
27 mar 2017
23 mar 2017
El Avaro y el Ángel de la Muerte
Concentrics rinds II (1953), de M.C. Escher
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Entonces decidió que pasaría un año gozando,
viviendo confortablemente, para luego decidir cuál sería su futuro.
Pero tan pronto dejó de
acumular dinero, se le apareció el Ángel de la Muerte para quitarle la vida.
El avaro trató por medio de
todos los argumentos posibles disuadir al Ángel, quien, sin embargo, no
transigía. Entonces el hombre dijo:
“Dame tan sólo tres días y te
daré una tercera parte de toda mi fortuna”.
El Ángel no aceptó, y volvió a
tirar de la vida del avaro para quitársela.
21 mar 2017
Confesión
El poeta favorito (1888), de Lawrence Alma-Tadema
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El poema, el que anhelo,
al que aspiro,
es el que pueda leerse en voz
alta sin que nada se oiga.
Es ese imposible el que
comienzo cada vez,
es desde esa quimera
que escribo y borro.
(MUJICA, Hugo. Y siempre después
del viento. Madrid: Visor, 2011, p. 13).
19 mar 2017
14 mar 2017
El milagro secreto
Música del crepúsculo V, de Joan Miró
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«La noche del catorce de marzo de 1939, en
un departamento de la Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la
inconclusa tragedia Los enemigos, de una Vindicación de la eternidad
y de un examen de las indirectas fuentes judías del Jakob Boehme, soñó con un
largo ajedrez. No lo disputaban dos individuos sino dos familias ilustres; la
partida había sido entablada hace muchos siglos; nadie era capaz de nombrar el
olvidado premio, pero se murmuraba que era enorme y quizá infinito; las piezas
y el tablero estaban en una torre secreta; Jaromir (en el sueño) era el
primogénito de una de las familias hostiles;...
8 mar 2017
La lectura: cómplice para avanzar en la vida
«De acuerdo con la convocatoria, unos veinte
aspirantes acudimos a las ocho de la mañana para el concurso de ingreso. Por
fortuna no era un examen escrito, sino que había tres maestros que nos llamaban
en el orden en que nos habíamos inscrito la semana anterior, y hacían un examen
sumario de acuerdo con nuestros certificados de estudios anteriores. Yo era el
único que no los tenía, por falta de tiempo para pedirlos al Montessori y a la
escuela primaria de Aracataca, y mi madre pensaba que no sería admitido sin
papeles. Pero decidí hacerme el loco. Uno de los maestros me sacó de la fila
cuando le confesé que no los tenía, pero otro se hizo cargo de mi suerte y me
llevó a su oficina para examinarme sin requisito previo. Me preguntó qué
cantidad era una gruesa, cuántos años eran un lustro y un milenio, me hizo
repetir las capitales de los departamentos, los principales ríos nacionales y
los países limítrofes. Todo me pareció de rutina hasta que me preguntó qué libros
había leído. Le llamó la atención que citara tantos y tan variados a mi edad, y
que hubiera leído Las mil y una noches, en una edición para adultos en
la que no se habían suprimido algunos de los episodios escabrosos que
escandalizaban al padre Angarita.
3 mar 2017
En el campo te espero
Primavera en el campo (2006), de Li-Shu Chen
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Te
espero en este aparte campesino
de
almendro que inocencia recomienda:
a
reducir mi voz por esa senda
ven
que se va otra vez por donde vino.
En
el campo te espero: mi destino,
y
al campo has de venir, distante prenda,
a
quererme alejada del espino.
Quiere
el amor romero, grama y juncia:
ven
que romero y grama son mi asedio
y
la juncia mi límite y mi amparo.
28 feb 2017
23 feb 2017
Nueve meditaciones
«El
arte de la meditación es una manera de ponerse en contacto con la realidad. Y
la razón para meditar es que la mayoría de las personas civilizadas han perdido
el contacto con la realidad. Confunden el mundo tal y como es con el mundo tal
como ellos lo piensan, tal como hablan de él y lo describen. Porque por una
parte está el mundo real y por otra hay todo un sistema de símbolos –referentes
a ese mundo– que llevamos en nuestra mente. Son símbolos muy, muy útiles; toda
la civilización depende de ellos. Pero, como todas las cosas buenas, tienen sus
desventajas, y la principal desventaja de los símbolos es que los confundimos
con la realidad, de la misma manera que confundimos el dinero con la auténtica
riqueza y nuestro nombre, la idea y la imagen que tenemos de nosotros mismos,
con nosotros».
(WATTS, Alan. Nueve
meditaciones. Barcelona: Kairós, 1981, p. 29).