«El
arte de la meditación es una manera de ponerse en contacto con la realidad. Y
la razón para meditar es que la mayoría de las personas civilizadas han perdido
el contacto con la realidad. Confunden el mundo tal y como es con el mundo tal
como ellos lo piensan, tal como hablan de él y lo describen. Porque por una
parte está el mundo real y por otra hay todo un sistema de símbolos –referentes
a ese mundo– que llevamos en nuestra mente. Son símbolos muy, muy útiles; toda
la civilización depende de ellos. Pero, como todas las cosas buenas, tienen sus
desventajas, y la principal desventaja de los símbolos es que los confundimos
con la realidad, de la misma manera que confundimos el dinero con la auténtica
riqueza y nuestro nombre, la idea y la imagen que tenemos de nosotros mismos,
con nosotros».
(WATTS, Alan. Nueve
meditaciones. Barcelona: Kairós, 1981, p. 29).
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