2 sept 2024

Al recogerme

Ventanas de noche (1928), de Edward Hopper
Cuando empieza –en la noche–
a desnudarse el alma,
a recogerse en sí mientras se cierran
los ojos, y con ellos
la ensoñación del tiempo y el espacio,
helo aquí que no fuimos
ni vinimos, que el día de mañana
vendrá para dejarnos, al pasar,
de nuevo en ningún sitio,
hela aquí
la quietud
resplandeciendo.



(GALLEGO, Vicente. Saber de grillos. Madrid: Visor Libros, 2015, p. 76).

24 ago 2024

Juegos de luz y sombra

«Cada vez que veo un toko no ma, esa obra maestra del refinamiento, me maravilla comprobar hasta qué punto los japoneses han sabido dilucidar los misterios de la sombra y con cuánto ingenio han sabido utilizar los juegos de sombra y luz. Y todo eso sin buscar particularmente ningún efecto determinado. En una palabra, sin más medios que la simple madera y las paredes desnudas, se ha dispuesto un espacio recoleto donde los rayos luminosos que consiguen penetrar hasta allí engendran, aquí y allá, recovecos vagamente oscuros. Sin embargo, al contemplar las tinieblas ocultas tras la viga superior, en torno a un jarrón de flores, bajo un anaquel, y aun sabiendo que sólo son sombras insignificantes, experimentamos el sentimiento de que el aire en esos lugares encierra una espesura de silencio, que en esa oscuridad reina una serenidad eternamente inalterable. En definitiva, cuando los occidentales hablan de los “misterios de Oriente”, es muy probable que con ello se refieran a esa calma algo inquietante que genera la sombra cuando posee esta cualidad».



(TANIZAKI, Junichirō. El elogio de la sombra. Madrid: Siruela, 2010, p. 49).

15 ago 2024

Elección

Entre el hacer y el ver,
                                    acción o contemplación,
escogí el acto de las palabras:
                                    hacerlas, habitarlas,
dar ojos al lenguaje.



(PAZ, Octavio. Delta de cinco brazos. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1998, p. 72).

6 ago 2024

Quehacer estival

Huerto con asno (1918), de Joan Miró
«Esos días veraniegos que algunos de mis contemporáneos dedicaban a las bellas artes en Boston o en Roma, y otros a la contemplación en la India, si no al comercio en Londres o en Nueva York, yo los dediqué, como tantos otros granjeros de Nueva Inglaterra, a las faenas del campo. No es que necesitara judías para comer, pues soy de natural pitagórico en lo que a ellas, sea en forma de puré o como a medio sufragista, se refiere, de modo que las cambiaba por arroz. Acaso fuera porque alguien debe trabajar en el campo, aunque sólo sea para propiciar un día tropos y expresiones de algún pergeñador de parábolas. Era, en definitiva, un entretenimiento insólito, que de prolongarse demasiado podía acabar en disipación».



(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 203-204).

28 jul 2024

Ahora que todo vuelve

Mujer soñando la evasión (1945), de Joan Miró

Ahora que todo vuelve: el silencio y la espera,
las palabras que hemos guardado en lugar seguro
todo este julio de viento y nostalgia.
Ahora que todo vuelve: la tibieza del cuerpo
aquietado y dócil bajo las manos amantes
y aquel perderse en las tardes tranquilas,
bosque adentro, por el tapiz crujiente de hojas de pino,
¿no es su valor este esfuerzo cálido y el quererse
con certeza a solas, la dura
voluntad de permanecer, presente y ausente a la vez,
sin pensar que el tiempo es un vacío sin límites?

21 jul 2024

Orilla

¿Si no fuera por la rosa
frágil, de espuma, blanquísima.
que él, a lo lejos se inventa,
quién me iba a decir a mí
que se le movía el pecho
de respirar, que está vivo,
que tiene un ímpetu dentro
que quiere la tierra entera,
azul, quieto, mar de julio?


(SALINAS, Pedro. Antología personal. Madrid: Visor, 1996, p. 22).


9 jul 2024

Amapolas en julio

Campo con amapolas (1889),
de Vincent van Gogh
Pequeñas amapolas, llamitas del infierno,
¿sois tan inofensivas?

Vuestro fuego fluctúa y no puedo tocaros.
Pongo mi mano entre las llamas. Nada se quema

Y me agota observaros
arder así, arrugadas y rojas, como piel de una boca.

Una boca con sangre fresca.
¡Pequeñas faldas ensangrentadas!

2 jul 2024

Sulpicia

La espera (1885) de Lawrence Alma-Tadema
«En un paisaje de sombras, ella tiene cuerpo, presencia, voz. Es un caso único en Roma: una joven independiente y culta que insiste en su derecho al amor; una poeta de cuya vida y sentimientos habla ella misma, con sus propias palabras, sin mediaciones masculinas.