Campo con amapolas (1889), de Vincent van Gogh |
¿sois tan inofensivas?
Vuestro fuego fluctúa y no puedo tocaros.
Pongo mi mano entre las llamas. Nada se quema
Y me agota observaros
arder así, arrugadas y rojas, como piel de una boca.
Una boca con sangre fresca.
¡Pequeñas faldas ensangrentadas!
Hay vapores que no puedo tocar.
¿Dónde vuestros opiáceos, vuestras cápsulas nauseabundas?
¡Si pudiera sangrar o quedarme dormida!…
¡Si mi boca pudiera desposar un daño semejante!
O calarán en mí vuestros licores, en esta cápsula de vidrio,
que mitigan y embotan y adormecen.
Pero incoloros. Incoloros.
(PLATH, Sylvia. Ariel. Madrid: Nórdica Libros, 2020, p. 108).
Vuestro fuego fluctúa y no puedo tocaros.
Pongo mi mano entre las llamas. Nada se quema
Y me agota observaros
arder así, arrugadas y rojas, como piel de una boca.
Una boca con sangre fresca.
¡Pequeñas faldas ensangrentadas!
Hay vapores que no puedo tocar.
¿Dónde vuestros opiáceos, vuestras cápsulas nauseabundas?
¡Si pudiera sangrar o quedarme dormida!…
¡Si mi boca pudiera desposar un daño semejante!
O calarán en mí vuestros licores, en esta cápsula de vidrio,
que mitigan y embotan y adormecen.
Pero incoloros. Incoloros.
(PLATH, Sylvia. Ariel. Madrid: Nórdica Libros, 2020, p. 108).
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