En
una calle de San José (Costa Rica)
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«El espíritu
histórico y el artista quieren, cada uno a su modo, rehacer el mundo. El
artista, por una obligación de su naturaleza, conoce los límites que el
espíritu histórico desconoce. He ahí por qué el fin de este último es la
tiranía en tanto que la pasión del primero es la libertad. Todos aquellos que
hoy luchan por la libertad vienen a combatir en última instancia por la
belleza. Desde luego que no se trata aquí de defender a la belleza por ella
misma. La belleza no puede prescindir del hombre y nosotros no daremos a
nuestro tiempo su grandeza y su serenidad si no es siguiéndolo en su desdicha.