Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
8 mar 2013
3 mar 2013
En sí misma
Siempre
titubea
una luz
que
sólo se ve cuando
no enciende
nada,
como
una desnudez
que se revelara en sí
misma,
no
en los ojos de quien la mira.
(MUJICA, Hugo. Y siempre después
del viento. Madrid: Visor, 2011, p. 62).
28 feb 2013
La Filosofía en la vida de cada hombre
Filosofía desde la Sala de la Signatura (1511), de Rafael Sanzio
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25 feb 2013
23 feb 2013
El sufrimiento de la vida
La vida (1903), de Pablo Picasso
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«El
atardecer era tibio y claro; el cielo había quedado limpio desde la mañana.
Raskólnikov iba a su casa; tenía prisa. Quería acabarlo todo antes de que se
pusiera el sol. No deseaba encontrarse con nadie hasta tenerlo todo arreglado.
Al subir la escalera de su casa, se dio cuenta de que Nastasia, dejando el
samovar que estaba preparando, le había mirado fijamente y le acompañaba con la
vista. “¿No habría alguien en mi habitación?”, se preguntó. Pensó con desagrado
en Porfiri. Pero al abrir la puerta de su cuchitril, vio a Dúnechka. Estaba
sola, embebida en sus pensamientos; al parecer, hacía mucho rato que le
esperaba. Raskólnikov se detuvo en el umbral. Dunia se levantó del diván,
sobresaltada, e irguió la cabeza. Su mirada, fija, clavada en su hermano,
reflejaba un sentimiento de horror y de aflicción abrumadoras. Esa mirada bastó
a Raskólnikov para comprender que Dunia lo sabía todo».
(DOSTOIEVSKI, Fedor. Crimen
y castigo. Barcelona: Círculo de Lectores, 1984, p. 510-511).
19 feb 2013
Verse a sí mismos
Las mujeres de Anfisa (1887), de Lawrence Alma-Tadema
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14 feb 2013
Amor constante más allá muerte
Cupido y Psyche (1817), de Jacques-Louis
David
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sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera:
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera:
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
10 feb 2013
7 feb 2013
A cada libro, su lector
La lectora (hacia 1880-90), de Jean Jacques Henner
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«El valor de los libros es
proporcional a lo que podemos llamar su plasticidad: su cualidad de ser todas
las cosas para todos los hombres, de ser modelados diversamente por el impacto
de formas nuevas de pensamiento. Cuando, por una u otra razón, esta adaptabilidad
recíproca está ausente, no puede haber ninguna relación real entre el libro y
el lector. En este sentido se puede decir que no existe un criterio abstracto
de valores en la literatura: los libros más grandes que se han escrito sólo
valen para cada lector lo que éste puede sacar de ellos.