La lectora (hacia 1880-90), de Jean Jacques Henner
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«El valor de los libros es
proporcional a lo que podemos llamar su plasticidad: su cualidad de ser todas
las cosas para todos los hombres, de ser modelados diversamente por el impacto
de formas nuevas de pensamiento. Cuando, por una u otra razón, esta adaptabilidad
recíproca está ausente, no puede haber ninguna relación real entre el libro y
el lector. En este sentido se puede decir que no existe un criterio abstracto
de valores en la literatura: los libros más grandes que se han escrito sólo
valen para cada lector lo que éste puede sacar de ellos. Los mejores libros son
aquellos de los que los mejores lectores han podido extraer la mayor cantidad
de pensamiento de la mejor calidad; pero generalmente es de estos libros de los
que el lector mediocre extrae menos».
(WHARTON, Edith.
El vicio de la lectura. Palma: José J. de Olañeta, 2010, p. 20-21).
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