Ágora donde iniciar historias sobre libros, naturaleza, arte y poesía; donde hallar las palabras soñadas o queridas, sin la perspectiva del tiempo... como en una biblioteca.
1 sept 2012
27 ago 2012
El latido de la tierra
«Estaba en
casa, escribiendo mi libro. En páginas: un poco más de la mitad, momento en que
me empieza a gustar, a gustar de veras, lo que estoy escribiendo... aunque eso
no significa que el libro sea a partir de ahí más fácil de escribir. Me sentía
agarrotada. Tenía sueño. La heroína de mi novela acababa de tener una rabieta y
me había dejado exhausta. Quería acostarme, pero no en la cama, que está en
otra habitación, ni tampoco en el sofá. No quería abandonar mi libro. Sólo
quiero dormir unos momentos. Escribir es volar. Y mi equilibrio interior exige
ahora que me acueste. Felizmente agotada, necesito el libro para que me
mantenga pegada al suelo. Bajo la nítida luna y el aire plateado, sobre la
hierba recién cortada, debajo del libro (a un poco más de la mitad); por tanto,
fuera del alcance del teléfono y del fax,
y lejos de otros libros, de los múltiples libros que admiro de otros
autores, que te protegen del monstruo televisivo que devora tu cerebro...
5 ago 2012
El tiempo
«Llega un momento en la vida cuando el
tiempo nos alcanza. (No sé si expreso esto bien). Quiero decir que a partir de
tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si
alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso
primero, donde todo hombre una vez ha vivido libre del aguijón de la muerte.
¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces
cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño?
30 jul 2012
Otros ritmos, otros modos
lo que me duele desde la cintura hasta
los zapatos.
Sol de finales de julio
o de agosto a plomo: finas
agujas de acero.
Es el sol de estos días, que brilla
entre las hojas.
Bebiendo mi agua.
Pegado a mi piel.
Es de otro territorio, de otro arenal.
Tiene otros ritmos, otros modos,
otra lentitud para roer
la cal, morderme los ojos.
Hasta cuando ciega canta al arder.
(ANDRADE, Eugénio
de. Los surcos de la sed. Madrid:
Calambur, 2001, p. 33).
27 jul 2012
21 jul 2012
Camino sin retorno
«El cielo es protector,
ostenta fielmente esa misión que, desde el despertar de los tiempos, Dios le
concedió... ¿Por qué tendríamos que dudar de que él nos desampararía? Sin
embargo, siendo seres mortales, tememos tal desventura y nos apegamos a la Tierra.
Entre ambos mundos, ahí, en esa frontera inquebrantable, soñamos y padecemos,
amamos y morimos. Y en este tirar y aflojar del latir del corazón, él, el
corazón, arropado por el miedo a la pérdida, empuja hacia abajo, hacia los
ínferos, donde la luz logra apaciguarle tal sufrimiento. ¿No será que la Tierra
fue creada redonda para no poder vislumbrar el final del camino?...».
J. Valdštejn
16 jul 2012
Papeles de Alhambra
12 jul 2012
La más humana de las artes
La mirada de la medianoche, de Li-Shu Chen |
«¿Cuál es el lugar privilegiado que ocupa la pintura, en nuestra
cultura, en nuestra vida expresiva y creadora? Cultura es creación, es decir
remedo de la creación divina. ¿Tenía Dios que expresarse cuando se dispuso a
crear el universo, las cosas todas, y la luz la primera? La luz, la no-cosa,
anterior a todas las cosas que por ella existen; la luz es nuestro medio, el
medio de la vida humana. Vivir humanamente es ver y ser visto, es moverse en la
visibilidad. El arte de la pintura, mirado así, vendría a ser el arte más
definitorio de la condición humana, la más humana de las artes».
(ZAMBRANO,
María. Algunos lugares de la pintura. Madrid: Espasa-Calpe, 1989, p.
71).
7 jul 2012
3 jul 2012
Segundo pregón
Couch on the porch, de Frederick Childe Hassam
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«El
segundo pregón era al mediodía, en el verano. La vela estaba echada sobre el
patio, manteniendo la casa en fresca penumbra. La puerta entornada de la calle
apenas dejaba penetrar en el zaguán un eco de la luz. Sonaba el agua de la fuente
adormecida bajo su corona de hojas verdes. Qué grato en la dejadez del mediodía
estival, en la somnolencia del ambiente, balancearse sobre la mecedora de
rejilla. Todo era ligero, flotante; el mundo, como una pompa de jabón, giraba
frágil, irisado, irreal.