17 jul 2016

Si...

«Si puedes mantener la calma cuando todos a tu alrededor
pierden la suya y te culpan por ello;
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos los hombres
dudan de ti, pero permitirles también dudar;
Si puedes esperar y no cansarte de esperar,
O siendo calumniado no intervenir en las mentiras,
O siendo odiado, no dar lugar al odio,
Y no parecer demasiado bueno, ni demasiado sabio.

Si puedes soñar –y no hacer que los sueños te dominen–;

Si puedes pensar –y no hacer de los pensamientos tu objetivo–;
Si puedes vértelas con el Triunfo y el Desastre
Y tratar a esos dos impostores exactamente igual;
Si puedes aguantar oír la verdad que has pronunciado distorsionada por los pícaros para hacer una trampa de tontos,
Y observar las cosas que diste a la vida, rotas
y retroceder para reconstruirlas otra vez con herramientas gastadas;
Si puedes hacer un montón de todas tus ganancias
Y jugártelas a cara o cruz,
Y perder, y empezar desde el principio
Y nunca decir una sola palabra sobre tu pérdida;
Si puedes esforzar tu corazón y tus nervios y músculos
Para tomar tu turno mucho después de que hayan desaparecido,
Y así aguantar cuando no hay nada dentro de ti
Excepto la Voluntad que dice “aguanta”.

Si puedes hablar con las masas y conservar tu virtud,
O caminar con los reyes sin perder la sencillez,
Si los enemigos ni los buenos amigos pueden herirte,
Si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar un minuto de rencor con sesenta segundos de distancia,
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
Y –lo que es más importante– serás un hombre, hijo mío».


(KIPLING, Rudyard. Stories and poems. London: Everyman’s Library, 1976, p. 217-218).

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