31 dic 2018

Entre la primera y la segunda oportunidad



La cuerda cortada puede volver a anudarse,
vuelve a aguantar, pero
está cortada.
Quizá volvamos a tropezar, pero allí
donde me abandonaste no
volverás a encontrarme.

Bertolt Brecht

19 dic 2018

Tu tesoro


«Posees solo aquello que no podrás perder en un naufragio».


(SHAH, Idries. El camino del sufí. Buenos Aires: Paidós, 1978, p. 74).

12 dic 2018

Presencias

Cuando yo caigo sobre una silla
y mi cabeza roza la muerte;
cuando cojo con mis manos la tiniebla
de las cazuelas, o cuando contemplo
los documentos representativos
de la tristeza, es
la amistad quien me sostiene.

(GAMONEDA, Antonio. Blues castellano. Barcelona: Plaza & Janés, 1999, p. 62).

30 nov 2018

Otoño de una guerra

«Antes que la nieve, y a traición, llegaba el hielo. Cuando los días todavía eran largos, cuando el sol del mediodía aún calentaba y bajábamos al río a jugar por las tardes, el aire se afilaba de pronto y se volvía más limpio, y luego viento, un viento tan cruel y delicado como si estuviera hecho de cristal, un cristal aéreo y transparente que bajaba silbando de la sierra sin levantar el polvo de las calles. 

22 nov 2018

Pregón de fiestas



Otoño en Murnau (1908), de Wassily Kandinsky
La difícil tarea de estar vivos es semejante al ruido que las ramas
hacen en cada otoño,
cuando
amenazan doradas que va siendo
ya el tiempo de caer,
y se atusan el cuerpo con un débil
coraje, y se demoran
largamente en su herida,
poseídas por el oro germinal
de los últimos frutos.
Entonces vuelve la memoria,
la tensa luz que gime por la altura,
el origen del viento que derrama
a su paso a quien queda
pendiente de ese hilo ya aferrado
a la condena del invierno.

14 nov 2018

La suerte del viento

«El viento es el mismo, pero cada árbol tiene el suyo. Se mueven en direcciones distintas, a veces opuestas. Mira. También pasa con las ramas del mismo árbol, que se agitan diferente, como si le arrancasen retazos al viento. El abedul es el que más se agita, el que más se abraza. A ese arce aún le quedan algunas hojas. Ése es otro misterio. En casi todos los árboles hay unas cuantas hojas que no caen. ¿Que no? Ya lo verás. Y con la lluvia pasa igual. Quiero decir que la lluvia es la misma, pero cada árbol y cada arbusto tienen la suya. El grosor y el brillo de las gotas son muy distintos. Fíjate cómo quedan colgadas las gotas de lluvia después de llover.

31 oct 2018

El día en que una estatua está terminada


Templo de Erecteion, en la Acrópolis de Atenas (Grecia)
«El día en que una estatua está terminada, su vida, en cierto sentido, empieza. Se ha salvado la primera etapa que, mediante los cuidados del escultor, le ha llevado desde el bloque hasta la forma humana; una segunda etapa, en el transcurso de los siglos, a través de alternativas de adoración, de admiración, de amor, de desprecio o de indiferencia, por grados sucesivos de erosión y desgaste, la irá devolviendo poco a poco al estado de mineral informe al que la había sustraído su escultor».


(YOURCENAR, Marguerite. El tiempo, gran escultor. Buenos Aires: Alfaguara, 1990, p. 65).

19 oct 2018

Esparcimiento

“…Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento…”

Juan Ramón Jiménez

10 oct 2018

Latido y fervor


Dos mujeres leyendo (1934),  de Pablo Picasso
Dos personas besándose en un libro.
una sufrida mejilla
helada en el agujero del ardor
Dos mujeres intuyen el espasmo
amparadas por el anonimato de las páginas.
Tormenta de latidos.
Tan solo dos párrafos para ilustrar
el intenso fervor.


Andrea Nunes Brións

29 sept 2018

Escribir II

«¿Quién no ha visto agonizar en medio de espantosos sufrimientos a novelas que tenían toda la vida por delante? Nunca se sabe de qué depende su supervivencia; lo cierto es que a veces se les corrompe la sangre y no hay transfusión de tinta que les reanime. Lo más sensato, aunque no lo más fácil, en situaciones así es avisar al crítico forense para que levante el cadáver y firme el certificado de defunción. Muchos no se resignan y hacen con el cuerpo del relato auténticas barbaridades con las que sólo consiguen prolongar su agonía.