A mitad del poema me sobrecoge siempre un gran
desamparo,
todo me abandona,
no hay nadie a mi lado, ni siquiera esos ojos que
desde
atrás contemplan lo que escribo
no hay atrás ni adelante, la pluma se rebela, no
hay
comienzo ni fin, tampoco hay un muro que
saltar,
es una explanada desierta el poema, lo dicho no
está
dicho, lo no dicho es indecible,
torres, terrazas devastadas, babilonias, un mar de
sal
negra, un reino ciego,