se va
por otros derroteros,
escapa
de los iris y se aleja
dejándome
vacía, sin paisaje.
Yo sé
que necesita otras esquinas,
otras
alturas desde dónde otear;
que
las cuencas de mis ojos
le
resultan estrechas, limitadas.
Y por
eso se lanza,
con avidez de luna,
a un
camino sin márgenes ni trazos.