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Chuang-Tzu, de Li-Shu
Chen
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«Tzu Kung, discípulo de Confucio,
dijo a Lao Tzu: “Dices que no debe haber gobierno. Pero si no hay gobierno,
¿cómo se purificará el corazón de los hombres?”. El maestro contestó: “Lo único
que no debemos hacer es entrometernos con el corazón de los hombres. El hombre
es como una fuente; si la tocas, se enturbia; si pretendes inmovilizarla, su
chorro será más alto... Puede ser tan ardiente como el fuego más ardiente; tan
frío, como el hielo mismo. Tan rápido que, en un cerrar de ojos, puede darle la
vuelta al mundo; en reposo, es como el lecho de un estanque; activo, es
poderoso como el cielo. Un caballo salvaje que nadie doma: eso es el hombre».
(PAZ, Octavio. Chuang-Tzu. Madrid: Siruela, 1997, p. 34-35).
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