9 abr 2018

Lluvia


Belleza abstracta (8),  de Li-Shu Chen
Todo el día la lluvia ha ocultado
tu rostro
Cerraba los ojos para verte.
Frente a mí un cielo de abril
traído por tu risa
menuda o por el trigo grano a grano.
Sólo con los ojos cerrados veo
la ciudad
donde te pierdo con los ojos abiertos.
Así me duermo  -la lluvia
encendida en lugar de tu rostro.


(ANDRADE, Eugénio de. Los surcos de la sed. Madrid: Calambur, 2001, p. 55).

2 abr 2018

La verdadera riqueza


Samarkanda, Uzbekistan
«No ha de extrañar que en sus expediciones Alejandro Magno llevara con él en un precioso cofre La Iliada. Una palabra escrita es la más selecta de las reliquias. Es algo a la vez más íntimo y universal para nosotros que cualquier otra obra de arte, pues es, entre ellas, la más próxima a la vida misma. Puede ser traducida a todos los labios humanos; no sólo puede ser representada sobre una tela, sino moldeada en el aliento mismo de la vida. [...] Los libros son la riqueza que atesora el mundo y adecuada herencia de pueblos y generaciones».


(THOREAU, Henry David. Walden o la vida en los bosques. Barcelona: Juventud, 2010, p. 133).

21 mar 2018

Poesía con nombres

Poesía desde la Sala de la Signatura,  (1511)
de Rafael Sanzio 
La poesía señores
no sólo está en los libros imprimamos
en el aire

el aire es el papel más transparente.



(OTERO, Blas de. Poesía con nombres. Madrid: Alianza Editorial, 1983, p. 71).

14 mar 2018

Liberación

«Todo cuanto atesores debes tenerlo en el hueco de tu mano como si fuera agua.
   Trata de apresarla y desaparecerá. Intenta apropiártela y te manchará.
   Déjala en libertad y será tuya para siempre».


(MELLO, Anthony de. La oración de la rana. Vol. 2. Santander: Sal Terrae, 1989, p. 105).

3 mar 2018

El reportaje

«Una revista que pagaba muy bien me encargó escribir sobre un cuarto de baño, así que me metí en el de unos amigos que se iban quince días de vacaciones, y les pedí que cerraran por fuera hasta su regreso. Aunque llevaba un excelente equipo de supervivencia, fue uno de los retos más duros de mi vida profesional. Pero resultó apasionante ver qué clase de registros emocionales se ponen en marcha, en una situación límite, frente a dentífricos con sabor a menta, cuchillas de afeitar roñosas o compresas con alas.
   Lo conté todo en ese reportaje, incluso lo de las hormigas que a última hora de la tarde transportaban enseres diminutos desde una rendija de la base del bidet a un agujero situado en la parte de atrás del retrete. Algunos lectores me reprocharon que me las hubiera comido, sin comprender que lo hice en un intento por entablar con ellas algún tipo de trato cuando ya habían fallado todos los demás sistemas de comunicación. Una soledad alicatada hasta el techo es durísima.